La verdad es que viendo la cajita te esperas un juego sencillo, un juego de bazas, algo sin demasiada profundidad y tiene la justa para no ser un filler y dejarte un buen regusto. Funciona igual de bien entre dos y cuatro jugadores y no existe interacción entre jugadores. Gestión solitaria mutijugador. Gloria bendita eurogame.
Cada partida se juega sólo con cinco cartas. Cada jugador tiene dos de inicio y luego hay una en reserva general. En cada turno jugamos una carta e intercambiamos ésta con la de la reserva general. El jugador contrario hará lo mismo. Jugará una carta y la intercambia con la reserva. De este modo las cartas se van moviendo de jugador en jugador, sabiendo la próxima carta que tendremos.
La mecánica de juego es muy sencilla, en cada turno tenemos que coger una carta de un mercado central y colocarla en nuestro reino, lo que nos dará un bonus personal, y según la carta que sea es posible que a los demás jugadores. En la mesa siempre habrá seis cartas para poder robar. A parte de esto hay varias localizaciones en el reino que tienen habilidades especiales.
El juego nos mete en el papel de una de las dos superpotencias y durante unos veinte minutos vamos a intentar demostrar quien manda en el mundo. Sí, he dicho veinte minutos. Y cumple a la perfección, genera tensión y unas ganas locas de jugar otra partida. Dinámico y aunque sólo vas a jugar nueve cartas en la partida, tiene la suficiente rejugabilidad para cambiar en cada sesión de juego.
El juego nos pone en el papel de diversos magnates del ferrocarril en Rusia, donde tendremos que demostrar nuestra valía y estrategia para conseguir gestionar de la mejor manera la explotación ferroviaria en las frías estepas rusas. ¡Vamos camaradas! El tema esta tan pegado como en cualquier otro eurogame. Pero qué demonios, mover vías de madera por rutas ferroviarias es muy divertido.
Un juego que cumple con mis tres factores que caracterizan el sello de juegazo: fácil de explicar, requiere agitación neuronal y dura sobre una hora. En este juego nos pondremos a gestionar la fabricación de cerveza por parte de unos monjes que cultivan en su monasterio todo lo necesario para tan burbujeante empresa. Es un eurogame clásico que no inventa ninguna mecánica novedosa.