Se trata de construir edificios (las cartas) que nos darán habilidades y puntos durante tres rondas, puntuando al final de cada una de ellas y recogiendo las cartas jugadas para volver a empezar tras cada puntuación. Verdaderamente muy simple, muy poquita cosa, pero terminas estrujándote el cerebro cada turno para decidir que carta quedarte y cuales pasar al adversario. Genial en su sencillez.
Como buenos exploradores que somos, vamos a intentar atrapar al mayor número de estos raros animales para ganar fama, reputación y ¡puntos de victoria! Gastaremos recursos para movernos por el tablero (un par de cubitos del color de la nueva localización) para intentar rodear y dar caza a las fichas de los distintos animales. Hay cinco tipos de animales diferentes.
Dinámico y entretenido, de duración correcta, y con el punto justo de exigencia e interacción para generar la tensión adecuada (existen algunas penalizaciones si te quedas rezagado en los diferentes tracks y hay competencia por los recursos). Además, visualmente es muy atractivo: las ilustraciones de las cartas de personajes son fantásticas. Es buen juego.
Un juego de deducción y persecución ambientado en la conocida novela de Bram Stoker en el que cuatro personajes cazavampiros tratan de averiguar el paradero del maligno conde Drácula en sus andanzas a través de Europa para darle caza y, con fortuna, una muerte definitiva. Así, uno de los jugadores asumirá el papel de Drácula y se enfrentará en solitario al resto de jugadores.
Consigue transmitir incluso algo de tema (sin tirar cohetes tampoco). Los diferentes personajes que manejan los jugadores en cada partida le dan mucho color y variedad y, por lo que he podido ver en estas partidas, están equilibrados. Además es rápido, escala bien y, aunque exigente, no es excesivamente complejo.
Robando cartas que representan distintas ciudades de la zona sur de Alemania, tendremos que establecer puestos de correo de nuestro color en las localizaciones de las diferentes regiones del tablero. El primer jugador que complete una región ganará puntos de victoria. El segundo que complete la misma región también obtendrá PV, pero menos que el primero.
Se supone que los jugadores representan a importantes familias europeas intentando colocar a sus respectivos miembros en los puestos más influyentes de los principales estados de Europa para acumular poder y ganar la partida, y la dinámica de juego es muy simple: cada turno robaremos tres cartas del mazo, que podremos usar inmediatamente o guardar para más adelante.
Si te gusta el misterio, la intriga y los juegos de deducción, el juego te molará. Además, acabo de descubrir un hilo que recopila nuevos casos amateur traducidos al español para usar junto al resto de componentes que incluye el juego, con lo que se palía el gran inconveniente que presenta: qué pasa cuando se acaba "el libro".
Las acciones que tenemos disponibles en cada turno son sólo dos: o jugar una carta desde nuestra mano para construir un edificio o descartarnos de las cartas que no nos interesen y reponer la mano con otras nuevas. Cuando se ocupan determinadas zonas del tablero (poblados bárbaros) o se construye cierto número de edificios especiales (templos) acaba la partida.
Éste es un juego de gestión de cartas y recursos más control de áreas en el que tan solo tenemos dos acciones posibles por turno: jugar una carta y activarla, o descartar y robar nuevas cartas. Esta sencillez lo hace muy ágil y dinámico, pero es suficiente para tenernos un buen rato entretenidos y buscando las combinaciones de cartas más beneficiosas.
A lo largo del recorrido, y en función del lugar donde acabe su movimiento cada carro que movamos, se podrán ir recogiendo mercancías y contratos de varios tipos (cubos y losetas de madera en seis colores) que correctamente emparejados nos darán los puntos de victoria al final. Al recoger contratos, además, recibiremos monedas para cambiar con las que comprar movimientos especiales para los carros.
Un juego de conexiones y control de áreas con unas reglas muy sencillas: cada turno los jugadores deben colocar tres casitas en el tablero, si es posible adyacentes a las que ya tengan y sobre un tipo concreto de terreno indicado por una carta, a robar también cada turno (la primera carta del mazo según las reglas oficiales).
En el juego original cada turno hay que robar una carta al azar que determina en qué tipo de terreno podrás construir ese turno, y te tienes que aguantar con lo que te toque. Esto convierte el juego en un puro azar, y no mola. Por contra, en esta ocasión cada jugador ha robado dos cartas por turno para poder elegir entre ellas la que más le convenga.
En este juego nos metemos en la piel de comerciantes portugueses durante la Era de los Descubrimientos con el propósito de explorar nuevas regiones marítimas, levantar factorías y comerciar con los productos de las nuevas tierras descubiertas. Para todo ello nos valdremos del rondel típico de los juegos del señor Gerdts, para seleccionar la acción a realizar.
Mediante bloques (piezas de madera que representan a las distintas unidades) y movimientos a través de cartas (motor de cartas) que, en mi opinión, consigue recrear de una forma emocionante, asequible y ajustada en tiempo las batallas campales de aquella época. Concretamente esta primera entrega de la serie se centra en las luchas de cartagineses contra romanos y griegos.
Robando cinco cartas al azar de nuestro mazo y jugándolas posteriormente podremos llevar a cabo hasta dos de las acciones de juego por turno (conquistar regiones, comprar cartas especiales, crear nuevos ejércitos, construir edificios, defender territorios, desplazar tropas, etc.). El tablero nos presenta un mapa dividido en regiones que aportan puntos de victoria y algún recurso de cuatro posibles (dinero, material de construcción, alimento, o capacidad militar).
Es un juego muy sencillo y sin ninguna complejidad, pero lo enfrenté pensando que sería una chorrada simplona y sin sustancia y resulta que al final el jueguecito, dentro de su sencillez, te obliga a darle al coco y todo. Por supuesto no es que te salga humo de la cabeza, pero yo le encuentro muchas virtudes. Y todo ello con un puñado de cartas, unas cuantas fichas de plástico y unas reglas muy sencillas.
Versalles, corte de Luis XIV. Alrededor del Rey Sol se sitúan los distintos personajes de la corte representados por losetas, colocados según el grado de proximidad al monarca y formando una cuadrícula. Estos personajes nos pueden conceder favores (valiosos objetos, dinero o puntos de prestigio) si somos capaces de ejercer suficiente influencia sobre ellos.
Es un eurogame de gestión de recursos y gestión de movimientos y trabajadores salido el pasado año y premiado con el Kennerspiel des Jahres. En el fondo es un euro bastante clásico en el que la eficacia en la administración de todos los recursos es la clave para la victoria, y como novedad aporta un tablero modular sobre el que nos movemos como lo hacemos en un mancala.
Cada turno comienza con los jugadores tirando sus dados, que presentan diferentes símbolos que se corresponden con las posibles acciones del juego: obtener nuevas losetas de planeta o tecnología, colonizar esos planetas, desarrollar las tecnologías, producir mercancías en nuestros planetas y, por último, vender dichas mercancías para obtener dinero y/o puntos de victoria.
Aunque la primera partida me dejó sensaciones encontradas y contradictorias, tras las dos partidas de este mes mi opinión sobre el juego ha mejorado bastante. El principal problema que le veía al juego (la determinante presencia del azar) sigue estando ahí, pero también es verdad que a medida que se le echan partidas se aprende a controlar en lo posible esa influencia del factor suerte.
Cada jugador parte con un mazo predefinido de cartas de una determinada facción o raza fantástica (Imperiales, Sylvanos,...), con cartas y características propias, y las fichas y las criaturas del juego están clasificadas en tres niveles: básicas, mejoradas o legendarias. En su turno el jugador dispone de dos acciones con las que colocar fichas sobre el tablero o jugar cartas de su mano.
A mi me recuerda bastante a "7 Wonders" por aquello de ir eligiendo cartas, decidir si bajarlas a la mesa, si descartarlas, si optar por edificios, si por personajes... y por la sensación de ir creciendo en posibilidades y capacidad de acción conforme se van acumulando las cartas a tu alrededor. Además es también muy interactivo y muy dinámico, casi loco.
Es ciertamente abstracto y tiene unas reglas bastante poco intuitivas (aunque cuando las analizas están muy en congruencia con la temática del juego) con lo que cuesta cogerle el manejo, pero una vez que aprendes a jugar las mecánicas se revelan sencillas y el juego fluye ágilmente con la profundidad y la elegancia de los clásicos.