Tus libros de historia estaban equivocados. Nunca hubo una "carrera de acorazados" entre Gran Bretaña y Alemania antes de la Primera Guerra Mundial. Lo que realmente existió fue una campaña de marketing de la empresa constructora de barcos Vickers-Armstrong para crear una amenaza que sólo pudiera contrarrestarse gastando más en la construcción de más acorazados. Esto no es un punto de partida de una historia alternativa, sino lo que los hechos demuestran claramente, como lo exploramos en "Risk Fleet: A Great War at Sea Story". No hubo carrera, salvo por las ganancias.
El gran almirante Alfred von Tirpitz contribuyó a alimentar este mito. Sin embargo, el enemigo de Tirpitz no estaba al otro lado del mar del Norte, sino justo al otro lado de la puerta de Brandeburgo, en las oficinas del ministerio de guerra. Allí, el ejército y la armada luchaban ferozmente por el presupuesto, inventando, respectivamente, el (posiblemente mítico) plan Schlieffen y la teoría del riesgo (menos mítica, pero igualmente alejada de la realidad) para justificar niveles cada vez mayores de gasto.
Al final, ninguno consiguió lo que quería: la armada no construyó una nueva clase de acorazados cada año fiscal, ni el ejército logró reunir dos docenas de nuevas divisiones para "reforzar el flanco derecho".
¿Pero qué habría pasado si Tirpitz hubiera ganado su verdadera batalla? Alemania tenía los recursos financieros e industriales para construir una flota capaz de desafiar a la británica. ¿Cómo habría sido esta flota y cómo se habría enfrentado a la gran flota británica en batalla?