Caja pequeña con un mazo de cartas cuadradas y un troquel con los marcadores de puntuación. El interior de la caja tiene forma de pirámide invertida para que vayas dejando el mazo de descartes y la tapa se convierte en el tablero de puntuación. Muy bonito todo, con unas ilustraciones desenfadadas que le dan un punto muy chulo al juego.
Se ajusta a lo requerido para la ocasión, un eurogame familiar con reglas sencillas. En nuestro turno podemos realizar tres acciones: recolectar recursos, construir cabañas o construir templos. El tablero de juego representa la montaña y sus terrenos adyacentes. Todo está dispuesto de forma circular. La mecánica para recolectar recursos es bastante curiosa.
El juego consta de dos fases, día y noche. En la fase de día tenemos una mecánica de colocación de trabajadores, con una vuelta de tuerca bastante interesante, durante la cual recopilaremos recursos. En la fase de noche utilizaremos esos recursos para alimentar a nuestros fieles seguidores y construiremos nuevas habitaciones y utensilios.
En cuanto a mecánicas, el juego es muy sencillo, se explica literalmente en un minuto. Al comienzo del turno del jugador todos los participantes tiran sus dados y cobran el resultado de la tirada (puntos, oro, trozos de luna o trozos de sol). Después el jugador en turno cobra el beneficio de alguna carta comprada previamente y realiza una acción.
Desde el punto de vista de los componentes el juego es impecable. Cartas y cubos de gran tamaño, cubiletes para organizar las especias, no falta un detalle. Como jugón de culo duro que soy, os diría que está sobreproducido. A mí me hubiera gustado una producción como lo que es, un juego de cartas. De esta manera costaría y ocuparía la mitad.
A lo largo de la partida ampliarás tus dominios solapando cartas que previamente tendrás que adquirir en una puja. Como en todo juego de construcción de ciudades obtendrás puntos al final de la partida en función de los terrenos presentes en tu ciudad. Las casillas de vivienda te darán un punto cada una, pero sólo las del barrio más grande.
Los componentes del juego son de buena calidad. Visualmente reproduce la misma estética que ya conocemos en la versión digital, nada espectacular pero suficiente para ambientarnos. En el juego comenzamos localizados en un país concreto y con unas capacidades de transmisión, propagación y letalidad muy discretas. Nuestra misión a lo largo de la partida es conseguir mejorar esas capacidades.
Nos encontramos ante una caja llena hasta arriba de componentes, sobre todo cartas, pero también un buen puñado de tókens, recursos de plástico (barriles de cerveza y lingotes de oro) y un tablero. Todo el material es de buena calidad y con un arte muy llamativo. Desplegado en mesa ocupa mucho espacio ya que además del tablero con todas las cartas disponibles para compra tendremos que disponer de espacio para desplegar nuestra aldea.
En este título nos metemos en la piel de unos aventureros que se adentran en un dungeon en busca de tesoros. El problema es que en dicho dungeon vive un dragón que periódicamente sale a cazar por lo que debemos ser muy cuidadosos con el ruido que hacemos, puesto que el aventurero más ruidoso será el que más probabilidades tenga de ser herido por el dragón.
Comenzamos la partida con una ficha individual, en ella se encuentra representado el plano de la casa y una lista de posibles armas del crimen así como todos los sospechosos y sus posibles móviles. Igualmente se nos reparten una serie de cartas de un mazo previamente preparado específicamente para el caso. En cada turno el jugador activo podrá solicitar intercambiar cartas que contengan información.
En tu turno tomas una tarjeta en la que te encontrarás ocho palabras. Tus compañeros de juego te indicarán qué número de palabra debes interpretar. Puedes utilizar todas las cartas que quieras, moverlas, o tapar parte de ellas, pero no puedes emitir ningún sonido, ni por supuesto dar más pistas que la que se te indica en la tarjeta.
Cada partida es un salto en el que dispondremos de una cantidad determinada de unidades de tiempo para resolver un caso; si se nos agota el tiempo, o todos morimos en el intento, deberemos volver a la base y empezar de nuevo. En cada salto debemos elegir el receptáculo en el que nos vamos a introducir, adquiriendo las cualidades de nuestro receptáculo.
Como en su hermano mayor de tablero, el juego consiste en realizar pujas en una carrera de camellos. La diferencia principal es que en este caso el avance no se decide según el resultado de unos dados sino con cartas que se roban de un mazo fabricado por los jugadores o se juegan directamente desde la mano. Podrás apostar tanto al ganador de la ronda como al ganador de la carrera.
Al comienzo de ronda cada jugador recibe cuatro cartas de clan, de esas cuatro selecciona una y pasa las otras tres. Seguidamente une la carta previamente seleccionada a las tres nuevas y elige dos de la nueva mano de cartas. Es decir, no estás obligado a quedarte con las cartas que has ido seleccionando.
Al comienzo del juego se disponen seis abejas de diferentes colores en el centro de la mesa y tras dar tiempo a los jugadores a memorizar sus posiciones se tapan con colmenas. El juego termina en cuanto un jugador logra hacerse con cuatro colmenas o en el momento en el que se acaban las cartas, en este caso el jugador con más colmenas será el ganador.
Cada ronda de juego comienza con un mercado de dieciocho cartas (tres filas de seis). En su turno cada jugador coge una carta del mercado y la ejecuta. Si alguna fila pierde tantas cartas como número de jugadores se elimina toda la fila. Es el modo para dar escalabilidad al juego. Con las cartas debes ir completando dos trenes añadiendo vagones.
Cada jugador comienza el juego con dos losetas, una en cada mano. En cada loseta hay representados de uno a tres tipos de terreno de los cuatro disponibles. Los jugadores colocan las losetas simultáneamente. Cada loseta debe ser colocada adyacente a otros dos lados rectos de modo que las primeras losetas deben ser colocadas obligatoriamente en las esquinas del tablero y a partir de ahí el mundo va creciendo hacia el interior.
Cada jugador tiene cinco cubiletes de diferentes colores. En cada ronda se destapa una carta que contendrá cinco dibujos iguales pero con diferente color. Los jugadores tratarán de colocar sus cubos en el mismo orden que los dibujos de la foto en base a su color. El jugador más rápido en lograrlo tocará un timbre que se sitúa en el centro de la mesa, habrá ganado la ronda y se quedará con la carta.
Tu misión es conseguir que tus bebés no lloren, porque una vez empiezan a llorar es imposible consolarles. Al mismo tiempo tienes que tratar de alterar a los bebés de tus oponentes. Para ello vale todo tipo de travesuras, desde quitarles el chupete a vaciarles el biberón. En su turno cada jugador puede jugar todas las cartas que quiera para consolar a sus bebés y una para tratar de alterar a los bebés de los contrincantes.
Lo primero a destacar de este título es su cuidada edición. Desde el arte hasta el cuidado del más mínimo detalle pasando por la calidad de todos sus componentes. A destacar la catedral de cartón en tres dimensiones que sirve como contador de turnos. En cuanto a mecánicas estamos ante un eurogame de libro. Obtendrás puntos de victoria por avanzar tu barco a lo largo del río o por jugar cartas.
¿Pero que ha pasado? Alguien ha partido todos los caramelos por la mitad... ¡Todos! Ahora tenemos que buscar las mitades que faltan para completar los caramelos. Es un título para los más pequeños de la casa con una mecánica muy sencilla. Se trata de un juego sencillo y divertido, apto para los más peques de la casa pues lo único que tienen que hacer es buscar losetas que casen con las que tienen en mano.
En la preparación, cada jugador coge una carta de inicio, se ponen las cartas indicadas para formar el mercado central y se hace una pila por el resto, colocándolas por eras. En cada turno puedes realizar una acción de las cuatro disponibles. El juego continúa hasta que todas las cartas salen al mercado, al final del juego cada símbolo de cultura dará un punto de victoria y el resto de símbolos medio.
Es un juego que va directo al grano, lo que todos los seguidores del personaje esperamos de un juego de Conan es acción y aquí la vas a tener desde el primer instante. Se trata de un juego que va por escenarios, por lo que en cualquier momento puedes montar una partida con quien quieras y cuando quieras, sin necesidad de planificar una campaña.
Los kodamas viven en árboles, por lo que debes hacer crecer el tuyo lo máximo posible, pero siempre ateniéndote a los gustos de su pequeño espíritu. Estos gustos te los irán marcando las diferentes cartas de objetivo en las que basarás tu juego para puntuar en cada estación. Tal vez le guste que tu árbol tenga muchas ramas o por el contrario que sólo tenga una pero muy larga.