Se supone que somos príncipes intentando montar nuestro principado hace como unos cuantos años atrás. Para ello crearemos una serie de granjas y almacenes de comida, minas de oro y sus almacenes, acapararemos poder en la iglesia, crearemos una zona artística de pintura, escultura y literatura, y sobre todo blindaremos nuestras murallas.
El juego se compone de un tablero común y de un grupo de losetas hexagonales para los diferentes ejércitos, un total de cuatro, y éste es uno de los puntos fuertes del juego: cada ejercito es totalmente distinto. Así que para ganar la partida uno deberá de adaptar su estilo de juego al propio ejército como contra el que está jugando.
Colaboración y traición. Estos son los ingredientes de una apasionante lucha por ver quién burla la seguridad y escapa de prisión. No todos podrán conseguirlo... ¡Os lo contamos! En cuanto a la temática de cárcel y escapar nos recuerda a "Fuga de Colditz", cada uno a su estilo. También habrá necesidad de escapar antes de que sea tarde en "Android: Infiltration".
En la edición que nosotros tenemos sólo vienen las cartas y el manual. Las cartas son de calidad estándar-buena, con un toque plastificado al tacto, y aunque no necesitarían teóricamente funda, recomendamos aún así enfundarlas, ya que el más mínimo desperfecto puede ocasionar que reconozcas alguna carta, quitándole toda la gracia al juego. ¿Cuántas cartas hay? ¿Sesenta? ¿Ciento cincuenta? ¿Doscientas? Pues nada de eso amigos, estamos ante un juego ¡de dieciséis cartas!
Un juego de control de áreas, totalmente abstracto, de dos a cuatro jugadores, con reglas muy sencillas pero muy, muy profundas. El objetivo del juego es conseguir el mayor número de puntos utilizando las vallas de madera para cercar áreas en las que sólo se encuentren nuestras fichas, que son de un color y dibujo distintos para cada jugador.
Por mucho que montes un buen chiringuito y exista sinergia entre tus cartas no puedes olvidar al resto de tus oponentes porque al final de la partida todos los edificios prestigiosos construidos puntúan y es ahí donde se rascan muchos puntos. Con cuatro o cinco partidas encima me empezó a parecer monótono y aburrido, el juego me pedía algo más y fue ahí donde probé las reglas avanzadas y las cartas de la expansión.
Lo llamativo, y un poco la esencia del juego, son las seis ruedas que una vez engarzadas formarán el calendario maya. Quedan bastante bonitas en el tablero, e incluso está la opción de pintarlas sin demasiada dificultad. ¡Hay artistas para todo! Además, giran bastante bien, no se atascan. Tenemos algún otro juego que tiene también este tipo de engranajes, y desde luego que gira mucho peor, ¡así que un punto positivo para esto!
Cuenta la leyenda que los siervos de Cthulhu no descansarán hasta no enloquecerse entre ellos... ¿Os atrevéis a ser uno de ellos? ¿Podrán con vosotros? ¿Podrás a su vez con el primigenio? A veces no se sabe si es mejor perder el contacto con lo real y vivir en la ignorancia de lo ajeno, que la lucidez plana... sin embargo, y solo de momento, ¡nosotros lucharemos por sobrevivir en la cordura...! ¿O no?
El juego consta de pocos componentes: una baraja para cada bando, un mini-tablero (en realidad, una carta y un marcador) para cada jugador, donde tener la cuenta del número de acciones pendientes y una serie de tokens con lo que marcar ciertas circunstancias del juego y el dinero que cada jugador tiene en ese momento.
Toca conocer cuál ha sido mi experiencia después de jugar varias partidas y exponer las opiniones de los jugadores que compartieron mesa conmigo para que tengáis diferentes puntos de vista. Con esta entrada profundizo en temas como la rejugabilidad o su progresión. Este juego ha causado bastante furor en mi entorno y he tenido la suerte de jugarlo muchas veces más.
¿Habéis pensado alguna vez lo útil que es aprender otros idiomas y al inglés no le acabáis de coger el truco o bien se os queda corto? ¡Ugungu! ¿El chino os queda un poquito a desmano? ¡Akungu! ¿Sois de los que no entendéis el porqué de tantos idiomas pudiendo tener uno primitivo? ¡Manungu! ¿Pensáis que aprenderlo en solitario es aburrido y sería más bonito por parejas? ¡Kaghingu, kaghingu!
Se trata de un juego muy sencillo, a partir de dos jugadores, que es muy cortito de jugar. Los jugadores han de meterse en el papel de zombis cuyo objetivo es acechar a las víctimas para poder comerse sus jugosos cerebritos... Qué apetitoso, ¿no? ¿Dónde están esas víctimas? Pues... ¡las víctimas son los dados! ¿Los dados? ¡Sí! El juego se compone de trece dados y el gracioso cubilete.
Un juego en el que tendremos que ir moviendo nuestro personaje (en base a tiradas de dados) por distintas casillas de un tablero que representa el mundo de juego. Este tablero tiene distintas casillas, donde nos enfrentaremos a peligrosos enemigos y a no menos peligrosos jugadores; al resolver esos encuentros, ganaremos recompensas e incrementaremos nuestras habilidades.
El clásico no es un juego que me apasione, ni tampoco lo considero un juegazo para todos los premios/galardones que tiene; pero sí reconozco que se deja jugar bastante bien. Características como su corta duración, número de jugadores o su sencilla mecánica hacen que vea bastante mesa, sabiendo esto... prefiero que el juego venga acompañado de todas las expansiones posibles para sacarle todo el jugo en cada partida.
Cada jugador tomará el papel de un luchador, cada uno tiene una habilidad especial diferente que puede utilizar durante la partida. El juego básicamente es un "a ver quién la tiene más grande", pues cuando nos llegue el turno nuestro objetivo será jugar una carta superior o igual a la ya jugada, o jugar una de las cartas especiales.
En este juego deberemos mover a los tres robots por el tablero con el fin de dejar el mayor número de ellos en tu territorio cuando se acabe la partida. Jugaremos por turnos, es decir de las tres acciones disponibles que podremos realizar, sólo podremos escoger una que será obligatoria, es decir, no podremos pasar el turno.
El juego quiere ganarnos a primera vista y nos sorprende visualmente con una caja metálica con bisagra y relieve incluidos. Al abrirla nos encontramos con el reglamento y un resumen de los mazos de cartas, una bolsa de tela, los tokens para destroquelar y dos compartimentos, uno para el mazo de cartas y otro para unas fundas especiales que se necesitan para el juego.
Uno de los mayores cambios es que en esta nueva edición se ha reducido el tamaño de la caja... ¡la mitad de la caja original! Algo muy de agradecer en nuestras siempre saturadas estanterías. Pero esto no tiene que asustar, porque ¡el juego seguirá ocupando el mismo espacio en la mesa!, y según anuncian, el número de componentes no va a cambiar.
Inicialmente, tu objetivo es escapar junto a otros supervivientes de una ciudad infectada por zombies, ya sea usando un puente situado al otro extremo de la ciudad, un helicóptero o una barca. Por ahora, 100% colaborativo. ¿Problema? Las plazas en el helicóptero (si es que las hay) y en la barca pueden no ser suficientes para todos los jugadores...
Empezamos por la caja, que nos parece buena, y además la ilustración y el colorido te hacen meterte en la temática totalmente, es muy bonita. Pequeñita y manejable. Sin embargo, al abrirla te encuentras que no hay compartimento ninguno, y tenemos por un lado la bolsita con las cartas y por otro los cartones para destroquelar. Tanto una cosa como otra podría haber estado más cuidada.
Se trata de un juego de acción simultánea, donde se combina la agudeza visual y mental. Últimamente estoy reforzando mi ludoteca con estos juegos. De momento llevo un par de partidas a seis jugadores y son de los juegos que con sólo leer las reglas o explicarlos ya sabes que van a triunfar. Un juego de los que hay que tener para calentar la mesa o en sesiones con no-jugones.
Con un coche se va recorriendo la ciudad, desde el puerto y hacia el puerto, siempre por el mismo camino. En cada turno se avanza un espacio, pero los jugadores con dinero pueden mover el vehículo las casillas que quieran, para así visitar a unas personas u otras según qué recursos necesiten. Además, estos cubanitos que están al borde del camino esperando desesperadamente una visita son tan agradecidos, que te permiten visitar los edificios de la ciudad de su color asignado.
Antes de ponernos a jugar tendremos que hacer manualidades, no os preocupéis, simplemente pasaréis un rato entretenido enganchando las pegatinas numeradas en la parte frontal y posterior de nuestros queridos villanos, hay un total de cuarenta y ocho villanos, once para cada jugador y cuatro odiosos monjes, a dos pegatinas por meeple.
No es ningún juego nuevo. Es un party-game que se ha ganado el corazón de muchos jugones (y entre ellos el mío) desde que salió al mercado, y gran parte de la culpa la tenían esas maravillosas ilustraciones. ¡Me parecen impresionantes! Claro está que se nota que son de otro autor. Hablar de las diferencias gráficas-dibujiles me resulta bastante complicado.