Somos un grupo de vaqueros en un pueblucho del lejano Oeste, que por no tener no tiene ni su zarza rodante, que deciden jugar a los dados para obtener toda clase de bienes. Se trata de tirar dados de póker, y en cada ronda quedarte uno gratis, o pagar para quedarte más o no quedarte ninguno, con lo que en un máximo de cinco rondas cada uno tendrá su jugada.
Las materias primas, especialmente la madera, son muy bonitas - y la sensación de tener realmente madera, piedra o mineral en las manos es creíble. Los trabajadores, sin embargo, son figuras genéricas (cuadrados, círculos y pentágonos), en los que se colocan pegatinas. Esta necesidad de colocar las pegatinas es laborioso, y hace que se tarde en disfrutar de la primera partida.
El bambú es muy bonito, y tiene incluso un pequeño dibujo que al creciendo uno sobre otro y hacer que coincida queda muy simpático. También son bonitas las parcelas, diseñadas a modo de hexágonos, y las figuras del jardinero y del oso panda, que vienen ya pintadas. Quizá lo único que se puede criticar es que los marcadores de acciones no son fáciles de distinguir uno de otro.
Somos un grupo de pingüinos de caza en los témpanos de hielo. Cada témpano, representado por una loseta, te da un número de peces, los cuales coges cuando te marchas a otro témpano. Tus movimientos son siempre en línea recta, siguiendo las caras de un hexágono que es el témpano, y te paras cuando quieres, pero siempre en recto.
En esta ocasión somos monjes que estamos montando un monasterio molón, a base de deforestas, cual Aníbal, todo a nuestro paso. En este juego, en cada ronda tenemos la opción de colocar a nuestros curritos, creyentes ellos, en nuestros edificios para hacer acciones, o bien contratar a los monjes de los demás para ocupar sus edificios, o podemos construir edificios de los disponibles para todos.
Nos echamos fácilmente unas ocho o nueve partidas, y es que no quería parar. Una cosita más, las primeras partidas no nos atreviamos a tirar cartas y es que siendo nuevas ¡dan mucha pena tirarlas!, pero al final las empezamos a tirar. Las enfundaré y listo. ¡Gracias por descubrirlo!
Un juego de identidades ocultas con el que divertirte despistando a los demás exploradores y haciendo que tu explorador consiga la gloria. Un magnífico filler para disfrutar con jugones y no jugones ya que dada su sencillez cualquiera puede enterarse del juego en apenas un minuto e incluso ganar.
Se parece más a los party de toda la vida, un juego de preguntas y respuestas, sobre animales. Su mayor novedad es la presencia de un tablero donde responder todos a la vez, y donde no sólo por acertar puntúas, también puntúas si te acercas. Ya sabes, la típica respuesta de "pues me suena que este bicho es de Sumatra", y clavas un cubito de respuesta en el mar que rodea la zona.
Somos una familia de supervivientes metiditos en nuestra casa. En la primera fase del juego debemos ir cogiendo por orden el menaje del hogar: madera para barricadas, supervivientes, comida y agua, un fusil, una ballesta, gasolina para el hornillo. Y una vez equipados hasta el último hueco de la casa, empiezan a llegar los zombies.
En el tablero principal se encuentran los dieciocho personajes a los que podemos influenciar para obtener sus beneficios. Éstos van desde ganar puntos de victoria, conseguir recursos, aumentar nuestras defensas o descubrir a qué amenaza deberemos hacer frente al final del invierno. El juego transcurre a lo largo de cinco años en los que pasaremos por diferentes estaciones.
El juego viene con bastantes componentes en forma de tokens, cartas y fichas de personaje, añadiendo además los soportes para los personajes y las navecitas. Nada de madera. La calidad está bien. En general es un juego "oscuro" de estética sombría (será lo que tiene pulular por el espacio de planeta en planeta), y te tiene que gustar mucho la temática o el tema Battlestar para que te guste el tablero.
De precio similar y caja más pequeña, esta segunda edición apuesta por pisar fuerte en el mercado y soslayar los contras de su predecesor... ¿Lo logrará sin perder calidad, emoción y la esencia del juego? Lo tendremos que ir viendo. De momento os dejamos nuestras primeras impresiones a la vista de la partida de demostración, y lo que desde nuestro punto de vista, se alzan como los principales pros y contras.
Somos magos, que con nuestros dados iniciales, obtenemos gotitas de magia que usamos para conseguir nuevas criaturas y hechizos, con los que aumentamos nuestra bolsa de hechizos, buscando que nuestras criaturas invocadas sean capaces de aguantar un turno para que nos proporcionen gloria. Y es que eso es lo que tienen que aguantar, un turno.
Lo primero que haremos será expandir el poblacho actual, con cuatro muertos de hambre en tenderetes, hasta transformarlo en una urbe con su especulación y su trapicheo, aunque conociendo al preboste, lo de el mangoneo era algo que ya les venía tocando. Es abstracto, sí, pero el rollito del castillo y demás pues hace que no sea tanto.
Ganará aquel jugador que más monedas haya conseguido acumular al final de la partida. Para lograr esto cada uno tendrá a su disposición dos campos y una mano inicial de cinco judías para plantar. Cuando en uno de nuestros campos tengamos plantadas varias cartas de la misma variedad entonces podremos recogerlo y obtener las monedas indicadas.
Este juego es un enfrentamiento entre magos, que extraen energía de la tierra para poder invocar criaturas, lanzar hechizos y generar artefactos, con la única idea de cascarle al otro mago veinte puntos de daño, o diez contadores de veneno, o dejarle sin cartas que robar de su biblioteca.
Este juego tiene cuatro componentes, cuya descripción no da para una larga parrafada. Tenemos los ocho vagones de colores para guardar los diamantes (son de calidad, funcionales y hasta bonitos); los diamantes en sí (muy llamativos); las secciones de mina (funcionales) y los ocho hombrecitos mineros que guardar en la mano para indicar si seguimos o no adelante (divertidos con su fedora).
Un juego de dados con el que simulamos un partido de tenis. Sí, lo habéis oído bien, ¡un partido de tenis! Cada jugador tiene cinco dados con los que demostrar que es mejor tenista que Nadal, Federer, Djokovic, McEnroe,... Un jugador lanza los dados, si la jugada es "válida" el otro jugador tira sus dados para "devolverle" la pelota.
La premisa más importante de este juego es que nunca debes mirar tus cartas, ¡nunca! Entorno a esta regla gira todo el juego. Cada jugador dispondra de una mano de la que sólo conoce el reverso, y esa es poca información porque todas las cartas tienen el mismo reverso. Durante toda la partida los jugadores dispondrán sus cartas de manera que sean visibles para los demás.
Pues somos constructores que ayudamos a reconstruir la ciudad de Troyes, y cada jugador deberá montar un barrio próspero con edificios y personajes de las tres facciones: militar, civil y eclesiástica. En realidad vamos a montar un chiringuito de cartas, en una disposición de cuadrícula de tres por tres, en la que colocaremos personajes.
Es casi imperdonable que aún no hayamos hecho una reseña sobre este juego para aquellos que no lo conocéis, ya que consideramos que fue el que nos dio el "empujoncito" (junto al "Carcassonne") para convertirnos en verdaderos jugones. Este juego suele ser de los primeros juegos de mesa que entran en casa cuando empiezas a interesarte más y más sobre este tema.
Estamos en una bañera, donde hemos colocado tres boyas de colores, y tenemos que hacer una carrera con el resto de patitos de goma (son de goma de verdad, y salvo por el detalle de no llevar pito, son como los que todos hemos tenido) para ser los primeros en tocar las tres boyas y llegar a la meta, que es el sumidero de la bañera.
Empezamos hablando de los componentes, y aquí podemos decir que son de calidad media/alta. Tiene un tablero grande y con un colorido exquisitamente elegido, que te trasporta sin darte cuenta a la magia nórdica, e incluso da un simpático toque navideño. Una estética cuasiperfecta como juego familiar que es. Aunque evidentemente, en cuestión de colores y gustos, todo es relativo.
Me centraré en un análisis más profundo en el que contaré mi primera experiencia, la progresión, rejugabilidad, algunos consejos para mejorar nuestro juego y por último una recopilación de opiniones de distintos jugadores. Ver todo el juego desplegado asusta, para que nos vamos a engañar. Recomiendo llevar un orden en la mesa y verás que al final no es para tanto.