El juego viene con bastantes componentes en forma de tokens, cartas y fichas de personaje, añadiendo además los soportes para los personajes y las navecitas. Nada de madera. La calidad está bien. En general es un juego "oscuro" de estética sombría (será lo que tiene pulular por el espacio de planeta en planeta), y te tiene que gustar mucho la temática o el tema Battlestar para que te guste el tablero.
De precio similar y caja más pequeña, esta segunda edición apuesta por pisar fuerte en el mercado y soslayar los contras de su predecesor... ¿Lo logrará sin perder calidad, emoción y la esencia del juego? Lo tendremos que ir viendo. De momento os dejamos nuestras primeras impresiones a la vista de la partida de demostración, y lo que desde nuestro punto de vista, se alzan como los principales pros y contras.
Somos magos, que con nuestros dados iniciales, obtenemos gotitas de magia que usamos para conseguir nuevas criaturas y hechizos, con los que aumentamos nuestra bolsa de hechizos, buscando que nuestras criaturas invocadas sean capaces de aguantar un turno para que nos proporcionen gloria. Y es que eso es lo que tienen que aguantar, un turno.
Lo primero que haremos será expandir el poblacho actual, con cuatro muertos de hambre en tenderetes, hasta transformarlo en una urbe con su especulación y su trapicheo, aunque conociendo al preboste, lo de el mangoneo era algo que ya les venía tocando. Es abstracto, sí, pero el rollito del castillo y demás pues hace que no sea tanto.
Ganará aquel jugador que más monedas haya conseguido acumular al final de la partida. Para lograr esto cada uno tendrá a su disposición dos campos y una mano inicial de cinco judías para plantar. Cuando en uno de nuestros campos tengamos plantadas varias cartas de la misma variedad entonces podremos recogerlo y obtener las monedas indicadas.
Este juego es un enfrentamiento entre magos, que extraen energía de la tierra para poder invocar criaturas, lanzar hechizos y generar artefactos, con la única idea de cascarle al otro mago veinte puntos de daño, o diez contadores de veneno, o dejarle sin cartas que robar de su biblioteca.
Este juego tiene cuatro componentes, cuya descripción no da para una larga parrafada. Tenemos los ocho vagones de colores para guardar los diamantes (son de calidad, funcionales y hasta bonitos); los diamantes en sí (muy llamativos); las secciones de mina (funcionales) y los ocho hombrecitos mineros que guardar en la mano para indicar si seguimos o no adelante (divertidos con su fedora).
Un juego de dados con el que simulamos un partido de tenis. Sí, lo habéis oído bien, ¡un partido de tenis! Cada jugador tiene cinco dados con los que demostrar que es mejor tenista que Nadal, Federer, Djokovic, McEnroe,... Un jugador lanza los dados, si la jugada es "válida" el otro jugador tira sus dados para "devolverle" la pelota.
La premisa más importante de este juego es que nunca debes mirar tus cartas, ¡nunca! Entorno a esta regla gira todo el juego. Cada jugador dispondra de una mano de la que sólo conoce el reverso, y esa es poca información porque todas las cartas tienen el mismo reverso. Durante toda la partida los jugadores dispondrán sus cartas de manera que sean visibles para los demás.
Pues somos constructores que ayudamos a reconstruir la ciudad de Troyes, y cada jugador deberá montar un barrio próspero con edificios y personajes de las tres facciones: militar, civil y eclesiástica. En realidad vamos a montar un chiringuito de cartas, en una disposición de cuadrícula de tres por tres, en la que colocaremos personajes.
Es casi imperdonable que aún no hayamos hecho una reseña sobre este juego para aquellos que no lo conocéis, ya que consideramos que fue el que nos dio el "empujoncito" (junto al "Carcassonne") para convertirnos en verdaderos jugones. Este juego suele ser de los primeros juegos de mesa que entran en casa cuando empiezas a interesarte más y más sobre este tema.
Estamos en una bañera, donde hemos colocado tres boyas de colores, y tenemos que hacer una carrera con el resto de patitos de goma (son de goma de verdad, y salvo por el detalle de no llevar pito, son como los que todos hemos tenido) para ser los primeros en tocar las tres boyas y llegar a la meta, que es el sumidero de la bañera.
Empezamos hablando de los componentes, y aquí podemos decir que son de calidad media/alta. Tiene un tablero grande y con un colorido exquisitamente elegido, que te trasporta sin darte cuenta a la magia nórdica, e incluso da un simpático toque navideño. Una estética cuasiperfecta como juego familiar que es. Aunque evidentemente, en cuestión de colores y gustos, todo es relativo.
Me centraré en un análisis más profundo en el que contaré mi primera experiencia, la progresión, rejugabilidad, algunos consejos para mejorar nuestro juego y por último una recopilación de opiniones de distintos jugadores. Ver todo el juego desplegado asusta, para que nos vamos a engañar. Recomiendo llevar un orden en la mesa y verás que al final no es para tanto.
Un juego en el que tendremos el rol de un caballero cuyo objetivo es ser el primero en ganar cinco prestigiosos torneos. Para ganar dichos torneos tendremos que conseguir reunir el apoyo de diferentes caballeros para luchar contra nuestros enemigos. Pero ojo, a veces las cosas pueden torcerse y lo que parecía una victoria asegurada puede darse la vuelta completamente.
Muy al estilo de "Dominion", se trata de ir haciéndote tu mazo, consiguiendo cosas que interactúen entre sí y eliminando lo antes posible la morralla inicial. La diferencia mayor es que en nuestro turno tenemos una adquisición de héroes/artilugios y batalla contra monstruos, sin más limitación de ambas que tus valores de compra y ataque.
Una vez abierto, la caja no esconde demasiados misterios. Su reglamento a color, añade nuevas variables en la forma de jugar, incluyendo hasta un party para disfrutarlo con mucha más gente, y sobre todo la posibilidad de jugar hasta con doce jugadores, lo cual lo hace un buen juego para tenerlo en casa cuando se nos reúnan multitudes dispuestas a pasar un buen rato.
¡Te hace sentir poco menos que en un cuento de hadas! El tablero no destaca por su alta calidad, pero es más que aceptable; Sin embargo, eso lo suple con creces por la estética, por el colorido, por los dibujos. Es precioso. También hay bastante madera en forma de cubitos y de meeples, con colores también bonitos. Los meeples llevan una pegatina transparente con los números que indican a la generación a a la que pertenecen.
Lo primero que quiero destacar de este juego es que, compartiendo las mecánicas básicas del original, han logrado crear un juego que aporta sensaciones totalmente diferentes y renovadas, un juego completamente nuevo con colonos, trenes y mercancias. Para mí, un soplo de aire fresco para esta franquicia saturada de expansiones.
Los maestros constructores son de madera y le tienes que poner tú las pegatinas. Los trabajadores son el típico mepple de madera de colores. El tablero y las piezas son sobrios, pero de calidad. A la caja en nuestra opinión le sobra altura y habría estado bien que el compartimento para las losetas estuviera dividido en espacios más pequeños para separar los distintos tipos.
Es una alocada carrera de ranas sobre un estanque; pero no ranas cualquiera: ¡caballeros rana! Para ganarse el favor de la princesa Water Lily y sus hermanas, quienes se van a casar y podrán obtener a su príncipe después del pasteloso besito al anfibio. Tema pegado; aun así, es gracioso debido a lo bien que acompañan los componentes.
En este juego, somos aguerridos aviadores de la primera guerra mundial, que a bordo de poco más que cafeteras con hélice, surcamos las mesas para encontrar enemigos a los que abatir. Aunque el juego en si es un juego de cartas, no le veo sentido a jugarlo sin miniaturas, la verdad, pero que se puede, sí se puede.
Sinceramente, creía que no me iba a gustar y, mira tú por donde, estaba totalmente equivocado. Y es que en muchas ocasiones los juegos que menos esperas triunfan y éste ha sido el caso. El juego es en sí una colección de unos cincuenta mini-juegos, todos ellos relacionados con el lenguaje, ya saben, formación de palabras y oraciones.
El inserto es una monería. Me encantan los insertos en los que vienen componentes del juego (ya sean cartas, tablero, el aspecto de una partida,...) reflejados. Las reglas del juego se explican en un santiamén. Tan fácil de jugar como su predecesor; si no, fijaros en que las reglas ocupan literalmente dos hojitas. Y ahora vayamos al juego en sí.