En los muelles de Shanghai, los capitanes Ramón "el Dado" y Michael "el Terrible" compiten por reclutar la mejor tripulación posible en una partida de dados llena de trampas. Pocas reglas y sencillas. El manual además contiene ejemplos para despejar cualquier duda y se juega en unos veinte minutos.
¿Cuál es, exactamente, la diferencia entre un juego y un juguete? ¿Cuándo dejamos de explorar y disfrutar para convertirnos en solucionadores de problemas? ¿Son ambas sensaciones mutuamente excluyentes? En los juegos sociales solemos encontrar que la barrera muchas veces es difusa. Lo curioso es que esa distinción nos llega con el tiempo.
El juego viene muy bien presentado en una caja de pequeñas dimensiones, pero que trae lo necesario para horas y horas de batallas galácticas. Desde el primer momento se ve el mimo que han puesto en su presentación. Incluso antes de abrir la caja, ya empezamos a emocionarnos con la ilustración de portada.
El juego contiene diversos objetivos finales para lograr la victoria (salir de la ciudad por diversos medios o caminos o bien destruir a todos los zombies). Durante la noche hay que resistir tras las barricadas las oleadas de zombies. Durante el Día es el momento de ir avanzando por la ciudad hacia la salida.
El objetivo será conseguir más puntos que nuestros adversarios, para ello deberemos transportar los gigantescos Móais desde la cantera hasta los diferentes puntos esparcidos por la isla, cuanto más lejos se encuentre el altar de la cantera, mayor será la recompensa. Para ello cada jugador tomará el control de una de las cinco tribus que pueblan la isla.
Se ganan puntos por recoger y coleccionar elementos, alcanzar el paso del noroeste, volver a puerto, cartografiar islas completas, etc. Se puntúa durante la partida y al final de la partida. En cada ronda los jugadores se alternan activando sus tripulantes para realizar diversas acciones: robar losetas, colocar losetas, mover el barco/trineo, transferir tripulación del barco/trineo, recoger elementos, etc.
Si bien no el más duro de los juegos de su autor, sí el que más aficionados tiene, y el máximo exponente del género conocido como ensalada de puntos, tanto para lo bueno como para lo malo. Es un juego que ocupa un puesto bastante alto en casi cualquier clasificación, y un clásico cada vez que alguien busca una recomendación para un juego de escuela alemana ligero.
El juego viene presentado en una caja de tamaño medio, que no nos costará ubicar y todo está ilustrado con unas simplistas, pero simpáticas ilustraciones de los animales en diferentes aptitudes. Estos, deberán avanzar por un tablero con casillas representadas por las rayas del lomo de una cebra de impresionantes proporciones.
En este juego los jugadores toman el papel de un equipo de jardineros, los cuales quieren que sus flores sean las más vistosas del jardín, y es por ello que intentarán plantar más que sus compañeros. Nos encontramos ante un juego de mecánicas sencillas y muy apto para todos los públicos, las reglas se explican en dos minutos.
Un dragón ha caído en la trampa que colocaron tres enanos que le aguardan armados para derrotarlo. El dragón tendrá que escapar o acabar con los enanos antes de que éstos acaben con él. En su turno, los jugadores podrán robar y/o jugar cartas de su mazo para mover a su personaje por el tablero o atacar.
Al abrir la caja (de tamaño cuadrangular) nos encontramos con un tablero (impreso a doble cara, es decir, dos mapas), un montón de losetas dobles, y las carismáticas pagodas; templos que cada jugador intentará colocar en el mapa. Se supone que tenemos que extender nuestro poder político-militar por las diferentes provincias del gigante país asiático.
Tengo que admitir que el concepto de la mayoría de los juegos de guerra clásicos me da una pereza enorme: pasarme cuatro, cinco o diez horas mirando un mapa y consultando tablas cruzadas para ver si el modelo concreto de rifle con el que está equipado el escuadrón que tengo desplegado en el hexágono 73H se encasquilla o no cuando llueve en martes no es precisamente mi idea de diversión.
Las reglas son las más fáciles y rápidas de aprender del mundo. Un jugador hace de guardián, que es el que "la queda". Éste tendrá que elegir una de las cartas, leer para sí los detalles del caso y revelar su enunciado a los demás jugadores, que serán los investigadores. En un minuto estamos listos para jugar.
Si algo le podemos agradecer al autor es no engañar al personal y, cuando anunció este juego, ya reconoció que se trataba de una evolución de su creación más famosa y la que más renombre le ha dado: "Agricola". Todo apuntaba a que los cambios que habría en el juego no iban a ser precisamente radicales, y por eso las reacciones ante la noticia estaban entre el miedo, la cautela y la ilusión.
Un juego que puede funcionar muy bien en viajes de autobús, avión o tren. Se tarda segundos en montar y la dinámica es bastante rápida. No creo que el juego sea malo, pero se queda corto en muchos sentidos. No me voy a deshacer de él, le quiero dar otra oportunidad... quién sabe, estas vacaciones de camino ¿a Punta Cana?
En este juego somos constructores de torres y cuanto más altas, más numerosas y más ornamentadas las construyamos más puntos conseguiremos para ganar al final de la partida. ¿Cómo lo hacemos? Pues primero compraremos secciones de los diferentes tipos de torre para posteriormente construirlas y ponerlas en juego.
¿Has construido alguna vez un castillo de arena en la playa? Y, ¿no es verdad que es incluso más divertido destrozarlo después? En esa premisa se basa este juego en el que nos vamos a poner en la piel de monstruos gigantes que han decidido arrasar una ciudad al mismo tiempo para ponerse hasta arriba de deliciosos, deliciosos meeples.
Tu objetivo será ser el primer jugador en conseguir tener dos polis, ya sea construyéndola o arrebatándosela a un rival. El tablero está dividido en casillas de mar por las que irán, obviamente, los barcos y casillas de isla, por las que irán nuestras tropas. Para mover soldados de una isla a otra, habrá que hacerlo siguiendo un "puente de barcas" formado por barcos de nuestro color.
Aunque algunas ilustraciones tienen motivos africanos, el juego no tiene tema ninguno, va de resolver puzzles antes que tu adversario. Cada jugador recibe veintiuna piezas y su set de tableros. Se ponen de acuerdo en usar el tablero A1 (por ejemplo) y se tira el dado de veinte caras para decidir qué piezas deben combinar para conseguir la forma que aparece en su tablero y resolver el puzzle.
Todos hemos jugado alguna vez a "Mafia" o a "Hombre Lobo" de pequeños, en un campamento de verano, en catequesis o en el parque haciendo botellón; pero, por si acaso, os recuerdo que es un juego social en el que a cada jugador se le da una carta y algunos de ellos resultan ser malos (ya sea mafiosos, hombres lobo, vampiros o diputados).
Recibiremos puntos de victoria por conquistar regiones, por construir ciudades y edificios, y por todo aquello a lo que nos conectemos mediante nuestra red de caminos, los famosos caminos incas, porque, salvo los caminos, todo lo que construyamos pertenece al Imperio y cualquiera se podrá beneficiar de cualquier edificio construido con solo conectarse a el con sus caminos.
Para poder jugar con un solo pack es más que suficiente pero está claro que con cada entrega se nos abre un amplio abanico de posibilidades a la hora de formar y personalizar nuestros mazos. La calidad de las cartas de esta segunda entrega es de una calidad más que aceptable y con unas ilustraciones bien definidas.
Éste es un juego muy sencillo, tiene muy pocas reglas, éstas son sencillas y se explican muy rápido. Los jugadores tienen que encontrar a tiempo real, no existen turnos, lo que se conoce como "sets" que no son más que grupos de tres cartas que coinciden o difieren en todas y cada una de sus características analizadas por separado.
Un fácil y entretenido juego abstracto de control de áreas con un diseño muy elegante y unos componentes de excelente calidad, de los que se disfrutan y da gusto mirarlos y tocarlos. Y la mecánica de juego es verdaderamente sencilla: eligiendo entre distintas acciones representadas mediante cartas debemos delimitar áreas sobre un tablero cuadriculado, del mayor tamaño posible y conteniendo fichas de nuestro color.