Es un juego de creación de mazo de cartas y gestión de la mano. Partiendo de un mazo básico de cartas igual para todos, los jugadores irán comprando nuevas cartas para adaptar su mazo a sus intereses. Las cartas son el motor y la esencia del juego: por un lado indican las acciones que podemos realizar durante el juego y por otro lado determinan la puntuación de cada jugador al final de la partida.
El que te diga que no se lo pasa bien jugando a "Jungle Speed", una de dos: o está mintiendo o es daltónico. Yo estoy en el segundo grupo y, como quiero hacer algo para eliminar ese regustillo amargo de envidia cuando veo a un grupo de gente riendo en torno a un montón de cartas cuadradas y un tótem, cuando sale un jueguillo parecido siempre me entra la curiosidad.
Diría que tengo una relación amor-odio con Ted Alspach, pero no sería del todo cierto: en realidad, Ted Alspach me encanta como diseñador y desarrollador de juegos, y tanto sus adaptaciones como sus diseños originales como me parecen excelentes, pero la política de precios de Bezier Games ya me escuece un poquito más.
Somos tribus mayas compitiendo por ganarse el favor de los dioses (Quetzalcóatl, Kukulcán y Chaac) para convertirse en la más próspera de la civilización maya. Desarrollaremos nuestras actividades en los cinco núcleos de desarrollo (Palenque, Uxmal, Tikal, Yaxchilán, y Chichen Itzá), a lo largo de dos eras representadas en el engranaje del calendario maya.
Que las guerras no son buenas, que hacen daño, que dan pena y se acaba por llorar, decía Paco Martínez Soria para agasajar a un Antonio Ozores cubierto de betún en "Es peligroso casarse a los 60". Y a pesar de que todos hemos interiorizado esta perla de sabiduría, a la hora de sentarnos a mover muñecotes sobre un tablero uno de los temas que más tirón tienen es el de enviar a un montón de pobres diablos a rajarse el vientre por gente a la que no conocen ni les importan.
¿Soñaste alguna vez con un ejército de robots y dinosaurios juntos? ¿Y de ninjas y piratas? ¿No? Pues yo tampoco... Y si lo soñaste, sigue tomando ese combinado antes de dormir jugando una partida del juego de construcción de mazos para vagos: no hay reglas para crear mazos, ni cada jugador juega con sus propias cartas.
2014 ha sido un gran año para los juegos de roles ocultos. Todos los aficionados a mirar a nuestros amigos a los ojos y decirles eso de "Pero tienes que creerme, ¿te mentiría yo?" mientras intentamos que no se vea el cuchillo que llevamos sujeto estamos de enhorabuena. Casi demasiado. Casi incluso hasta llegar el momento en el que otro juego más basado en la misma premisa se nos hace bola y casi preferimos algo con sus cubitos de madera y sus puntos de victoria.
Qué listos son los japoneses. En lugar de venderte el pescado por piezas o en filetes, te lo cortan en cachitos pequeños carísimos y así les dura mucho más. ¡Y sin necesidad de ponerse a cocinar ni nada, que se te queda luego la plancha hecha un asco! Nos llevan siglos de ventaja. Por contra, los frikis de los juegos de mesa no es que no seamos tan listos, es que muchas veces somos directamente idiotas.
¿Soñabas de niño con transportar mercancías y pasajeros en barco a través de las esclusas del canal de Panamá? Yo tampoco, pero es lo que hay. Éste ha sido un juego muy esperado: conmemorando los cien años de la apertura del canal de Panamá, se decidió crear un juego que reflejara lo más fielmente posible la emoción, aventura y suspense que sienten los más aguerridos capitanes de barco.
Lo mejor de ser adulto es que puedes decidir qué es lo que significa ser adulto, y si te da la gana decir que es usar monos-catapulta para intentar colar cocos de goma en cestas amarillas y rojas, ¿quién es nadie para llevarte la contraria? Antes que "Candy Crush", que el "Buscaminas", antes incluso que la "Serpiente", teníamos el juego, de los monos y los plátanos.
El tema del juego (que está pegado) es el mercadeo de piedras preciosas. Nos convertimos en mercaderes del Renacimiento que utilizan su riqueza para adquirir minas, métodos de transporte y artesanos que permitirán transformar bastas piedras en magníficas piezas de joyería. El principal componente del juego son las cartas.
No voy a engañar a nadie: Richard Garfield es probablemente mi diseñador favorito, y "King of Tokyo" uno de los juegos con los que mejor me lo he pasado, así que era imposible que no me comprara este título aunque sólo fuera por puro coleccionismo. Pero no hablemos de mí, sino de vosotros, lectores con criterio (no hay nada más que ver qué tipo de blogs leéis para saber que os gusta la calidad).
Es un party game atípico con un alto factor de azar, una temática muy simpática y una mecánica divertida como ella sola. Lo primero que tendrás que hacer será construir tu vehículo espacial. Dependiendo de la ronda en la que estés, los ingenieros te proporcionarán la estructura de tu nave.
Cada vez que sale un juego de zombis o sobre los mitos de Cthulhu la gente se lleva las manos a la cabeza y se pregunta cómo pueden ser los diseñadores tan poco originales y repetir siempre los mismos temas una y otra vez. Sin embargo, eso de que cada tres o cuatro días alguien saque un juego nuevo sobre civilizaciones ya es que ni sorprende.
En este juego el amigo Vlaada vuelve a demostrar su talento para innovar cogiendo una mecánica tan simple y vulgar como la creación de patrones con fichas (lo que viene siendo el tres en raya de toda la vida, vamos) para desarrollar un sistema de juego singular y sugestivo y que funciona a la perfección. Me sigue pareciendo muy entretenido e interesante.
Hoy reseñamos una de las muchas "versiones" del popular juego base; en este caso una reedición del primero de cartas para dos jugadores, que supone nuestro primer acercamiento a esta serie de juegos. Somos dos príncipes de la isla que compiten por tener el principado más poderoso. En su turno, cada jugador debe tirar los dados (el de producción, que determinará el recurso producido y el de eventos) que afectan a los dos jugadores.
Ya está aquí el hombre mágico que viene de tierras del norte repartiendo ilusión con su... ¿pelo verde? Sí, niñas y niños, ya tenemos en las estanterías de nuestra tienda amiga el nuevo juego de Friedemann Friesse, el autor de "Alta Tensión" y de... bueno, más cosas habrá hecho, todas verdes ellas, eso sí, que la imagen de marca es lo primero.
A los frikis no hay quien nos entienda: queremos juegos que nos transporten a mundos épicos, que nos ofrezcan infinitas combinaciones distintas para que ninguna partida sea igual que la anterior, que requieran una mente privilegiada para desentrañar todas sus posibles estrategias y, si puede ser, que sean baratitos y que no ocupen mucho.
¿Me estás diciendo que hay un juego de batallas donde los ejércitos no son miniaturas sino que son discos que se voltean para representar el movimiento? ¿Que está basado en universo Warhammer? ¿A que clase de mente perturbada se le ha ocurrido eso? Yo quiero verlo... Pues sí, era verdad que esto existía y ya lo he visto.
Desde luego que sí que consigue crear una atmósfera totalmente diferente a lo anterior visto. Esta vez te vienen en una incomodísima caja (viva el aire) rectangular de cartón duro, en lugar de las habituales y pequeñas cajitas de cartón fino. Totalmente innecesaria esta caja. El estilo del nuevo ilustrador queda más que patente.
Somos jefes tribales compitiendo por tener la tribu más próspera y por recibir el favor de los dioses en la Isla de Pascua. Por turnos, jugamos una o más cartas y cogemos de los montones centrales tantas cartas como hayamos jugado (leñadores, recolectores, sacerdotes,...). El tipo de la última carta descubierta se puntúa: según el número de esas cartas en nuestra zona de juego, recibimos puntos de gloria, madera o cartas de sacrificio.
Cool Mini or Not saben lo que queremos: figuritas, cuanto más chulas mejor. Y dejarnos pagar paletadas de dinero por ellas varios meses antes de tenerlas. Y pagar más aún por más figuritas todavía. Son una auténtica máquina infernal de convertir plástico en dinero. Su penúltimo plan para acercar nuestras cuentas corrientes a cero consiste en una Primera Guerra Mundial alternativa.
Un juego de preguntas donde quizás saber la respuesta es lo menos importante. ¿Cómo? Este tipo está un poco loco, estaréis pensando... Que sí, que en este juego lo mejor es saber apostar y saber si tu novia y tu suegra están en lo cierto o no tienen ni idea de lo que están diciendo. El juego simula un concurso de televisión donde el objetivo es ganar la mayor cantidad de dinero posible.
Cómo molan los slasher. Para estos días en los que sales del trabajo con el indicador de presión en rojo, o cuando necesitas darle al botón de reinicio del cerebro, nada como una de estas películas en las que un grupo de adolescentes (interpretados por actores que ya hayan cumplido los treinta hace tiempo, por supuesto) hace algo estúpido y van muriendo uno a uno.