Un juego de dados con el que simulamos un partido de tenis. Sí, lo habéis oído bien, ¡un partido de tenis! Cada jugador tiene cinco dados con los que demostrar que es mejor tenista que Nadal, Federer, Djokovic, McEnroe,... Un jugador lanza los dados, si la jugada es "válida" el otro jugador tira sus dados para "devolverle" la pelota.
La premisa más importante de este juego es que nunca debes mirar tus cartas, ¡nunca! Entorno a esta regla gira todo el juego. Cada jugador dispondra de una mano de la que sólo conoce el reverso, y esa es poca información porque todas las cartas tienen el mismo reverso. Durante toda la partida los jugadores dispondrán sus cartas de manera que sean visibles para los demás.
Pues somos constructores que ayudamos a reconstruir la ciudad de Troyes, y cada jugador deberá montar un barrio próspero con edificios y personajes de las tres facciones: militar, civil y eclesiástica. En realidad vamos a montar un chiringuito de cartas, en una disposición de cuadrícula de tres por tres, en la que colocaremos personajes.
Es casi imperdonable que aún no hayamos hecho una reseña sobre este juego para aquellos que no lo conocéis, ya que consideramos que fue el que nos dio el "empujoncito" (junto al "Carcassonne") para convertirnos en verdaderos jugones. Este juego suele ser de los primeros juegos de mesa que entran en casa cuando empiezas a interesarte más y más sobre este tema.
Estamos en una bañera, donde hemos colocado tres boyas de colores, y tenemos que hacer una carrera con el resto de patitos de goma (son de goma de verdad, y salvo por el detalle de no llevar pito, son como los que todos hemos tenido) para ser los primeros en tocar las tres boyas y llegar a la meta, que es el sumidero de la bañera.
Empezamos hablando de los componentes, y aquí podemos decir que son de calidad media/alta. Tiene un tablero grande y con un colorido exquisitamente elegido, que te trasporta sin darte cuenta a la magia nórdica, e incluso da un simpático toque navideño. Una estética cuasiperfecta como juego familiar que es. Aunque evidentemente, en cuestión de colores y gustos, todo es relativo.
Me centraré en un análisis más profundo en el que contaré mi primera experiencia, la progresión, rejugabilidad, algunos consejos para mejorar nuestro juego y por último una recopilación de opiniones de distintos jugadores. Ver todo el juego desplegado asusta, para que nos vamos a engañar. Recomiendo llevar un orden en la mesa y verás que al final no es para tanto.
Un juego en el que tendremos el rol de un caballero cuyo objetivo es ser el primero en ganar cinco prestigiosos torneos. Para ganar dichos torneos tendremos que conseguir reunir el apoyo de diferentes caballeros para luchar contra nuestros enemigos. Pero ojo, a veces las cosas pueden torcerse y lo que parecía una victoria asegurada puede darse la vuelta completamente.
Muy al estilo de "Dominion", se trata de ir haciéndote tu mazo, consiguiendo cosas que interactúen entre sí y eliminando lo antes posible la morralla inicial. La diferencia mayor es que en nuestro turno tenemos una adquisición de héroes/artilugios y batalla contra monstruos, sin más limitación de ambas que tus valores de compra y ataque.
Una vez abierto, la caja no esconde demasiados misterios. Su reglamento a color, añade nuevas variables en la forma de jugar, incluyendo hasta un party para disfrutarlo con mucha más gente, y sobre todo la posibilidad de jugar hasta con doce jugadores, lo cual lo hace un buen juego para tenerlo en casa cuando se nos reúnan multitudes dispuestas a pasar un buen rato.
¡Te hace sentir poco menos que en un cuento de hadas! El tablero no destaca por su alta calidad, pero es más que aceptable; Sin embargo, eso lo suple con creces por la estética, por el colorido, por los dibujos. Es precioso. También hay bastante madera en forma de cubitos y de meeples, con colores también bonitos. Los meeples llevan una pegatina transparente con los números que indican a la generación a a la que pertenecen.
Lo primero que quiero destacar de este juego es que, compartiendo las mecánicas básicas del original, han logrado crear un juego que aporta sensaciones totalmente diferentes y renovadas, un juego completamente nuevo con colonos, trenes y mercancias. Para mí, un soplo de aire fresco para esta franquicia saturada de expansiones.
Los maestros constructores son de madera y le tienes que poner tú las pegatinas. Los trabajadores son el típico mepple de madera de colores. El tablero y las piezas son sobrios, pero de calidad. A la caja en nuestra opinión le sobra altura y habría estado bien que el compartimento para las losetas estuviera dividido en espacios más pequeños para separar los distintos tipos.
Es una alocada carrera de ranas sobre un estanque; pero no ranas cualquiera: ¡caballeros rana! Para ganarse el favor de la princesa Water Lily y sus hermanas, quienes se van a casar y podrán obtener a su príncipe después del pasteloso besito al anfibio. Tema pegado; aun así, es gracioso debido a lo bien que acompañan los componentes.
En este juego, somos aguerridos aviadores de la primera guerra mundial, que a bordo de poco más que cafeteras con hélice, surcamos las mesas para encontrar enemigos a los que abatir. Aunque el juego en si es un juego de cartas, no le veo sentido a jugarlo sin miniaturas, la verdad, pero que se puede, sí se puede.
Sinceramente, creía que no me iba a gustar y, mira tú por donde, estaba totalmente equivocado. Y es que en muchas ocasiones los juegos que menos esperas triunfan y éste ha sido el caso. El juego es en sí una colección de unos cincuenta mini-juegos, todos ellos relacionados con el lenguaje, ya saben, formación de palabras y oraciones.
El inserto es una monería. Me encantan los insertos en los que vienen componentes del juego (ya sean cartas, tablero, el aspecto de una partida,...) reflejados. Las reglas del juego se explican en un santiamén. Tan fácil de jugar como su predecesor; si no, fijaros en que las reglas ocupan literalmente dos hojitas. Y ahora vayamos al juego en sí.
Recuerdo que, cuando el juego salió, me llamó mucho la atención y no voy a negar que hasta cierto punto y dada la repercusión mediática que tuvo en el mundillo pensé que estaba ante un gran juego, nada más lejos de la verdad. Sinceramente, creo que éste es un juego más bien mediocre, pero antes de pasar a los motivos de por qué pienso esto, voy a explicarles un poco de lo que va.
Los componentes de este juego son de alta calidad, ¡sin duda alguna! Las piezas de madera son resistentes, identificables y agradables a la vista, excepto quizá los trolls, que cuesta identificar como tales por la forma (que no por el color). Los marcadores de problema son discos negros, redondos, como los que hay presentes en muchos otros juegos.
En este juego cada uno de los jugadores llevará a uno de los bandos de la guerra, los York y los Serrano, por ver quien es el que hace la mayoría de puntos a base de unir grandes zonas de su facción. Luego, y así lo atestiguan los libros de historia, el bando con más puntos ganaba la guerra y el otro se retiraba.
En este juego vamos a construir un paisaje lleno de caminos, ciudades amuralladas (aquí debe estar el tema del juego), granjas y abadías. Y en cada tipo de construcción vamos a ir colocando a nuestros meeples (creados en este juego, mira tú si es importante) para que, cual jefe de obra, se quede allí hasta que se acabe la construcción y vuelva a casa con un sueldo en forma de puntos.
Cada vez que lo saco me gusta jugar una partida con cada bando y ésta es la dosis suficiente para no saturarme. Jugar siempre con la misma persona puede ser algo cansino porque los movimiento pueden llegar a ser predecibles e incluso mecánico, como si te pones el piloto automático. Se agradece cambiar de oponentes y que haya una nueva mente pensante sobre el tablero.
La historia tras el juego es la de los videojuegos y pelis: luchar contra hordas de infectados en una mansión de Umbrella, aunque según el modo de juego se trata de limpiar la mansión, de acabar con el bicho gordo o de, una vez fuera de la mansión, acabar con tus compañeros. La secuencia de juego es la de Dominion, una acción y una compra.
Un juego cooperativo en el que somos exploradores en busca de los tesoros que se encuentran en ella. Pero hacernos con ellos no nos resultará fácil puesto que la isla cada vez se va inundando más e incluso desapareciendo en parte, por lo que los jugadores tendrán que cooperar de la mejor manera posible para no perder y lograr el objetivo común.