En todas las partidas jugadas como master siempre llego a la misma conclusión, la figura que representa al jefe de los ladrones funde, tritura, pudre, destruye,... al grupo de aventureros; es vital saber moverse con este personajillo y llegar a donde se esconden. Gracias a él, podremos descartar las molestas fichas de genio y además perderán un candil adicional.
Nos vamos a ir hasta la isla de Mallorca para convertirnos en agricultores e intentar recolectar el mayor número de frutos posibles. El juego del que os estamos hablando fue finalista al juego del año en el Festival Internacional de Juegos de Córdoba. Después de probarlo decidimos que iba a formar parte de nuestra ludoteca.
En este juego jugamos sobre un mapa de Mallorca, dividido en zonas de cultivo, cada una de las cuales tiene una pila de distintas combinaciones de los cultivos típicos de la isla (al menos eso se supone), colocados al azar, y que son la demanda que debemos satisfacer con nuestros repartos a lomos de nuestro asno. Los vegemeeples se consiguen en un rondel, que es un molino.
Los jugadores asumirán el control de una banda de malhechores que busca enriquecerse todo lo que pueda a costa de la llegada del ferrocarril al pueblo, que trae gentes y con ello dinero. Pinta bien verdad: si todo lo que sea dar tiros y hacer el malote nos gusta. Los componentes del juego son bastante buenos. Un tablero de calidad, un montón de tokens de cartón de diferentes tamaños, cuantiosas losetas, e incluso dados al estilo far west.
Este juego nos mete en el papel de un mercader el cual tiene que conseguir la mayor cantidad de monedas a base de comprar y vender mercancías que encontraremos en el mercado, pensando cuándo realizar una venta ya que cuantas más mercancías de un mismo tipo vendamos al mismo tiempo mayor será el bono que consigamos por la venta.
Lo primero que debemos de hacer es colocar todos los tiles en las zonas correspondiente del tablero. Los tiles de costa son los únicos que se colocarán boca arriba, con la parte de la ilustración visible, mientra que el resto se colocará boca abajo y se irán descubriendo conforme vayamos construyendo en la Isla. La colocación se realizará de manera aleatoria, lo que hará que cada partida sea diferente.
Éste es un juego de habilidad y visión espacial, sobre todo, y de haberle echado horas al tetris, también ayuda. En cada turno se reparte a cada jugador un tablerillo con huecos para colocar tres o cuatro fichas, que tienen una única forma de colocarse, y estas fichas las decide una tirada de dado, con lo que nadie tiene el mismo tablero ni la misma resolución.
Sicilia, tropecientos mil a.C., las civilizaciones del mediterraneo florecen todas a las vez y luchan por dominar la zona. El objetivo final del juego es tener en tu civilización una combinación de cuatro cartas de héroe y/o maravillas; o la construcción de las pirámides. Da igual que seas romano, griego o abisinio... vas y cascas en medio de Roma una pirámide.
Es un abstracto que sufre de la "sintematología" típica de este tipo de juegos. De reglas sencillas y corta duración, es ideal para comenzar una velada o para sacar entre juegos de mayor complejidad... pero no se equivoquen, tiene más profundidad de lo que parece. El setup del juego no lleva ni dos minutos y es bastante sencillo. Desde mi punto de vista ha sido todo un descubrimiento.
En este juego cada jugador debe, ante todo, garantizar un suministro de alimentos constante, y ya si te sobra un rato, intentar hacer pasta para ganar la partida. Estamos en el puerto, y sólo podemos, tras mover nuestro barco hacia el final del muelle, o coger un montón de recursos que se van acumulando a cada turno, o mover a nuestro único muñeco a un edificio en el que no estuviéramos y hacer su acción.
Éste es un juego de colocación de trabajadores y elección de roles para realizar tus acciones. Cada jugador dispone de un tablero que representa su terreno inicial con sus campos productores, y sobre los que edificaremos los distintos edificios que nos permitirán montar nuestro motor de productos. Con esos productos nos iremos al tablero central a embarcar bienes, o bien los gestionaremos en nuestras propias edificaciones.
Para muchos, éste puede llegar a ser un gran juego con el que se le pasarán las horas y las horas; para otros será un buen candidato para desconectar tras una dura partida de varias horas y sacar todo el estrés acumulado; en cambio otros ni siquiera se ven jugando ya que no le atrae nada de nada. Todas estas reacciones son muy respetables, pero a la gran mayoría le ha gustado.
Si ya habías jugado a las otras ediciones del juego, las instrucciones no te van a resultar difíciles de comprender. La forma de jugar es parecida a los otros: modo de tirar, apostar por hexágonos para recoger materias primas, cartas de desarrollo, con un siete mueves al forajido para capar y robar carta a un adversario... Aunque hay cosas muy diferentes a los demás, éstas son las cosas que marcan las diferencias.
Aunque parezca mentira, éste es el primer cooperativo que ha entrado en mi ludoteca. Este nuevo concepto en los juegos me picaba la curiosidad, tenemos que dejar a un lado nuestro lado más competitivo e individualista y mostrar otras habilidades más sociales orientadas al grupo en la que se persigue un objetivo común.
Somos colonizadores de una nueva isla de disposición aleatoria, en la que cada hexágono representa un tipo de recurso, que para poder recolectar debemos tenerlo cubierto con una de nuestra poblaciones, las cuales se deben unir con carreteras, lo cual provocará el bloqueo de otros jugadores. Y como estos recursos son todos necesarios para expandirte, pues debemos comerciar entre nosotros.
Un juego de mesa fruto del trabajo conjunto de dieciséis personas, entre autores e ilustradores, que crearon este juego en 2010 para celebrar el quince aniversario de la editorial Eggertspiele, fundada por Peter Eggert. En él nos pondremos en la piel de un grupo de amigos pasando el día en un parque de atracciones.
El festival de fichas y losetas que hay que preparar en el setup y al comienzo de cada trimestre de manera aleatoria determina una configuración en la que los jugadores deberán adaptar sus jugadas para obtener el mayor beneficio posible. La única forma en la que tolero el azar en los juegos es para fomentar la rejugabilidad.
La verdad es que no esperaba mucho del juego. Pensaba que iba a ser una de estas adaptaciones cutres hecha con prisas y que no iba aportar nada nuevo. Además, maese Wallace no está exento de realizar algún truño que otro, así que como ya les he dicho, no me llamaba nada la atención... pero me ha parecido de lo más divertido que he probado últimamente.
El material no es tan bueno como cabría esperar, el tablero es una cartulina doblada en cuatro, similar a los que usábamos en nuestros juegos de Cefa o Falomir de la infancia, que tiene pinta de que durará poco y es una pena, porque está muy bien ilustrado y en los pliegues se perderá el dibujo, las cartas están muy bien ilustradas.
Cada jugador recibe un peón representativo, tres monedas de oro y un par de lámparas para alumbrar la oscura cueva. Uno de los jugadores tendrá que hacer de guardián de la cueva, se escudará detrás de su biombo y distribuirá los tesoros por el interior del laberinto sin que los otros jugadores lo vean.
Aunque sea un juego de dados (es decir, con mucha suerte) tendrás que jugar adecuadamente y priorizar opciones. No te convendrá ir por números que estén siendo disputados por varios jugadores. Y es que me he dejado en el tintero reglitas como que cuando un jugador consigue completar un número, lo cierra, y todos los peones de otros jugadores vuelven a sus dueños.
En este juego los jugadores asumen el rol de los personajes de un pequeño pueblo que tratan de desvelar qué monstruos de los sueños acechan a la figura del durmiente. El primer personaje que revele la localización y la identidad del resto de los asesinos ganará la partida, con un sistema de juego de combate por cartas.
El supuesto tema se desarrolla a base de la colocación de nuestros barquitos en el curso del Nilo, siempre bajando corriente, lo que nos permite conseguir una serie de cartas que cambian en cada turno, nos permite posicionarnos para las construcciones y nos permite aumentar nuestra población de currantes.
El mecanismo de este juego es sencillo y original, dando un aire diferente a los típicos juegos de preguntas. En primer lugar, todas las respuestas a las preguntas son numéricas, pueden ser fechas, cantidades, velocidades... pero siempre será un número. Las preguntas siempre son generales, todo el mundo debe responderlas.