Cuando se menciona el nombre de Klaus Teuber hay dos reacciones posibles. La primera es "¡Guau, el genio que creó "Catan"!; la otra es "Vaya, otra vez el pesado del "Catan". Y es que es innegable que el hijo más famoso del señor Teuber ha conseguido un éxito que muy pocos otros juegos han logrado alcanzar, hasta el punto de que a más de uno se le ha llegado a estomagar.
Navegas por Internet, miras las páginas de las editoriales, blogs sobre juegos, tiendas online y te encuentras con este nombre. Miras la portada y ves a ese samurái con su máscara de guerra y sacando la katana de la vaina y dices: "aquí va a haber jaleo seguro". Luego ves que el autor del juego es Reiner Knizia y se te queda una cara un poco así.
Aquí me tenéis, reseñando el juego de nombre impronunciable que no resulta ser más que un bingo con dados con los cambios justos para añadirle elección y que el bingo tome otros colores… Es un juego con mecánica de bingo donde cada uno dispone de una hoja con cuatro filas de números que iremos tachando en función de los dados.
No sé si lo sabéis, pero parece ser que últimamente están sacando, muy de vez en cuando, algún juego de zombis que otro, y parece que la cosa no para. Este juego es uno de esos, pero parece que quiere destacar del resto, y el gimmick que ha decidido utilizar es el del tiempo real: cada partida dura exactamente quince minutos.
Hay juegos en los que cada acción que realizas la puedes justificar por su tema, juegos que te transportan a otro mundo y te hacen vivir experiencias que jamás imaginarías, en los que te transformas en un valiente guerrero, un poderoso mago, un terrible monstruo, un arriesgado piloto de caza, un implacable magnate del ferrocarril o, por qué no, un pobre granjero luchando por sobrevivir al invierno.
Un ejército de orcos y otro de enanos se enfrentan en el campo de batalla y sólo uno de ellos puede ganar la contienda. Aunque hay mucha historia detrás... Cada turno debemos colocar una unidad junto a otra enemiga y resolver los combates que se produzcan, de acuerdo a las flechas de ataque y a los puntos de defensa de cada unidad sobre el tablero.
Es un wargame en mayúsculas: es rápido (una hora y media como mucho); es dinámico (nada de tú haces todo tu turno y luego hago yo el mío); y, en mi opinión, te proporciona una experiencia de batalla muy, muy satisfactoria. Si no conoces el universo Warhammer, vas a encontrarte con un wargame que no se parece a ninguno que haya para tablero.
Recuerdo haber jugado hace años al juego original. No era mal juego (siempre es divertido apuntar a tus amigos con pistolas de gomaespuma), aunque tampoco me llamó lo suficiente como para añadirlo a mi colección: demasiada caja para un chorri, y al final la cosa se hacía repetitiva y siempre acabábamos jugando a "BANG!" en su lugar.
Un juego de tablero de gestión de recursos para dos a cinco jugadores en el que tendremos que convertirnos en el maestro de obras con más prestigio de todos mediante la edificación tanto del castillo, como de los edificios que van apareciendo a lo largo del pueblo, que pronto será ciudad.
Empecé con una tremenda ilusión al hacerme con él, por su tema, su estética y la calidad de sus componentes, para pasar después a una importante decepción en los primeros testeos de juego hasta llegar a conquistarme definitivamente en las últimas partidas jugadas a dos jugadores, que es como este juego se disfruta realmente.
Es un juego de estrategia en el que los jugadores se dividen en dos bandos: continentales (habitantes de las trece colonias que buscan su independencia de Gran Bretaña) y el ejército británico. Cada uno de estos bandos está dividido en dos facciones: regulares continentales y patriotas por un lado y regulares británicos y lealistas por otro.
El elemento central del juego son las cartas de personaje, de ambos sexos y diversas profesiones y nacionalidades, que conformarán nuestra mano-reserva de amigos de la familia. Podremos utilizar estas cartas incorporándolas a nuestra familia mediante matrimonios con otros miembros, obteniendo así las recompensas que indica cada carta; o descartándolas como pago de otras acciones del juego.
Sé que decir esto me quita puntos de estatus en el olimpo de los jugones, pero para mí una parte fundamental de la experiencia a la hora de ponerme frente a un juego es el factor estético: por ejemplo, aún no he jugado a "Brass" a pesar de su, estoy seguro, más que merecida fama porque en el momento en el que veo lo horrendo que es el tablero siempre recuerdo que tengo algo importantísimo que hacer en cualquier otro sitio.
Ojocuidao: a primera vista, cuando uno ve la caja de este juego, incluso al abrirla y ver lo que hay dentro, se puede formar impresiones equivocadas: sí, estamos ante un juego de ambientación fantástica con cientos de figuritas de plástico que representan a distintos tipos de combatientes y que va de amasar ejércitos, aniquilar monstruos y obtener gloria y honor. Pero no penséis ni por un momento que nos vamos a encontrar con otro Descent o Battlelore
Un juego basado en una serie de cortos y cómics de ambientación steampunk, algo que se ha trasladado al título que nos ocupa otorgándole un acabado visual más que llamativo. Nos encontramos ante un juego de mayorías que estaría a medio camino entre un eurogame y un ameritrash. Los jugadores se enfrentaran entre ellos para ser los mejores colonizadores.
Esa sencillez mezclada con estrategia táctica y algo de wargame, que vino de manos del señor Richard Borg, sigue intacta, pero es que además en esta ocasión se han sumado entre otros los ingenios de los amigos Konieczka y Kouba y el resultado es espectacular. Las novedades son las justas y necesarias para que el juego mejore.
Hay un hecho, una ley natural, que dice que tarde o temprano todo jugador top de "Magic: El Encuentro" va a acabar o bien pasándose al póquer o bien diseñando un juego de construcción de mazos. De lo primero no voy a hablar de momento, aunque es algo que da que pensar; pero lo segundo me interesa y tiene su porqué: al fin y al cabo, tanto los juegos de cartas coleccionables como los de construcción de mazos tienen muchas cosas en común.
Con un reglamento muy sencillo y una mecánica de juego que no os llevará más de dos minutos explicar, este juego se convierte gracias a su simpático tema, su funcionamiento y su ajustada duración, en un estupendo juego familiar. Primero de todo prepararemos los mazos según el tipo de carta, pues a medida que avance la partida se irán descubriendo cartas del mazo que corresponda.
Las cartas están numeradas y clasificadas por colores, y en su turno cada jugador debe jugar una carta de su mano de mayor valor que la previamente jugada, formando así una secuencia ascendente de cartas, y moverá su barco según el color de dicha carta: un nuevo color en la secuencia moverá el barco en diagonal, un color repetido moverá en linea recta, y siempre hacia delante.
Me tenían con el hola. El universo de "Warhammer 40.000" me ha fascinado desde que mis pobres padres, sin saber que estaban criando a un friki en potencia, me regalaron un "Cruzada Estelar"; y sigo guardando varias ediciones de los reglamentos, tanto del juego de miniaturas como de los de rol, como oro en paño, desde aquel mítico "Rogue Trader".
En la China de hace 2000 años, competiremos por conquistar la mayor cantidad posible de territorio, fundando nuevas provincias y construyendo pagodas como muestra de nuestro poderío. Por turnos, los jugadores colocarán una loseta y robarán otra. Al colocar la loseta podrán activar diversos efectos: crear una provincia, ampliarla, crear una gran provincia, conectar una aldea o conquistar provincias y aldeas rivales.
Si estás mínimamente interesado en el mundillo de los juegos de mesa, te parecerá raro no haber estado viendo cosas sobre este juego por todas partes: es un juego de los autores de cosas como "Cyclades" o "Mr. Jack", con ilustraciones de Vincent Dutrait, ¡y va de piratas! Y, sin embargo, ahí lo tienes, más o menos ignorado, puesto en alguna que otra tienda con su caja tan cuca.
Voy a ser sincero: no tengo ni idea de cómo empezar esta reseña, como tampoco tenía ni idea de qué esperar de este juego. Todo lo más había visto imágenes de él y su estética burtoniana y había leído algunos comentarios de los que deducía que era una especie de juego de contar historias. Bueno, me dije, vengo del mundo de los juegos de rol, así que vamos allá.
Con unas reglas muy sencillas y una duración más que ajustada, con una puesta en mesa muy visual y muy apto para introducir a nuevos jugadores a este género dentro de los juegos de mesa. aquí los jugadores se ponen en la piel de diferentes razas, cada una de ellas con sus propias habilidades, tenemos un total de trece, así que ya podéis imaginar la buena rejugabilidad.