Es un bonito juego donde los jugadores se pondrán en la piel de aventureros en busca de tesoros, los cuales podrán encontrar gracias a los mapas que cada uno de ellos dispone y que les aportarán las pistas necesarias para conocer la ubicación exacta donde el cofre está enterrado. Para empezar la partida necesitamos montar la isla, con sus casetas de nativos, sus preciosas palmeras e incluso enormes estatuas de Moais.
Estamos ante un juego de pocos, muy pocos componentes. Éstos son: una baraja de sesenta cartas, dividida en cuatro palos (diamantes, corazones, tréboles y picas), ciento diez diamantes blancos, veinticinco diamantes rojos, seis pantallas (una para cada jugador), seis cartas de ayuda (una para cada jugador) y el manual de reglas.
A veces el genio no reside en innovar, sino en mirar atrás. La obsesión de estos últimos años en el diseño de juegos de mesa es encontrar algo nuevo, algo que nadie haya hecho antes a veces sin pararse a pensar en por qué, innovación en ocasiones a costa de la diversión que, por más que algún snob que otro insista en decir lo contrario, es al fin y al cabo la razón última por la que nos ponemos delante de cualquier juego.
Si sois conocedores de todo ese mundo muy probablemente disfrutaréis mucho más de toda la ambientación y personajes que aparecen en la cartas. Para empezar debéis tener claro que estamos ante un juego cooperativo, si lo vuestro es competir siempre podréis intentar ser quién más criaturas derrote o cualquier chorrada que queráis inventaros.
Hecho número uno: los juegos de batallas con miniaturas molan. Desplegar tu ejército sobre la mesa, moverlo hasta chocar con el enemigo y tirar porrones de dados es sinónimo de diversión. Hecho número dos: los juegos de batallas con miniaturas son un peñazo. Montar los muñequitos, pintarlos, guardarlos con cuidado de que no se dañe la pintura y transportarlos en maletas es una auténtica tortura.
Somos expertos montañistas compitiendo por llegar a lo más alto (y sobrevivir) del K2, el segundo pico más alto del mundo (tras el Everest) con ocho mil seiscientos once metros de altura, superando la falta de oxígeno y las condiciones climáticas adversas. En cada ronda los jugadores seleccionarán las cartas que jugarán y que permitirán a sus dos montañistas ascender, descender, colocar una tienda de campaña o ganar oxígeno para aclimatarse.
Uno de los impulsos humanos más básicos es el que nos lleva a construir cosas: nos gusta mirar algo que antes no existía, poner los brazos en jarras en plan cuñao y pensar: "esto lo he hecho yo". Dadnos una servilleta de papel y haremos aviones; con una baraja de cartas, un castillo y, con un puñado de dados, una torre. Este juego se aprovecha de ese impulso.
Es un juego de creación de mazo de cartas y gestión de la mano. Partiendo de un mazo básico de cartas igual para todos, los jugadores irán comprando nuevas cartas para adaptar su mazo a sus intereses. Las cartas son el motor y la esencia del juego: por un lado indican las acciones que podemos realizar durante el juego y por otro lado determinan la puntuación de cada jugador al final de la partida.
El que te diga que no se lo pasa bien jugando a "Jungle Speed", una de dos: o está mintiendo o es daltónico. Yo estoy en el segundo grupo y, como quiero hacer algo para eliminar ese regustillo amargo de envidia cuando veo a un grupo de gente riendo en torno a un montón de cartas cuadradas y un tótem, cuando sale un jueguillo parecido siempre me entra la curiosidad.
Diría que tengo una relación amor-odio con Ted Alspach, pero no sería del todo cierto: en realidad, Ted Alspach me encanta como diseñador y desarrollador de juegos, y tanto sus adaptaciones como sus diseños originales como me parecen excelentes, pero la política de precios de Bezier Games ya me escuece un poquito más.
Somos tribus mayas compitiendo por ganarse el favor de los dioses (Quetzalcóatl, Kukulcán y Chaac) para convertirse en la más próspera de la civilización maya. Desarrollaremos nuestras actividades en los cinco núcleos de desarrollo (Palenque, Uxmal, Tikal, Yaxchilán, y Chichen Itzá), a lo largo de dos eras representadas en el engranaje del calendario maya.
Que las guerras no son buenas, que hacen daño, que dan pena y se acaba por llorar, decía Paco Martínez Soria para agasajar a un Antonio Ozores cubierto de betún en "Es peligroso casarse a los 60". Y a pesar de que todos hemos interiorizado esta perla de sabiduría, a la hora de sentarnos a mover muñecotes sobre un tablero uno de los temas que más tirón tienen es el de enviar a un montón de pobres diablos a rajarse el vientre por gente a la que no conocen ni les importan.
¿Soñaste alguna vez con un ejército de robots y dinosaurios juntos? ¿Y de ninjas y piratas? ¿No? Pues yo tampoco... Y si lo soñaste, sigue tomando ese combinado antes de dormir jugando una partida del juego de construcción de mazos para vagos: no hay reglas para crear mazos, ni cada jugador juega con sus propias cartas.
2014 ha sido un gran año para los juegos de roles ocultos. Todos los aficionados a mirar a nuestros amigos a los ojos y decirles eso de "Pero tienes que creerme, ¿te mentiría yo?" mientras intentamos que no se vea el cuchillo que llevamos sujeto estamos de enhorabuena. Casi demasiado. Casi incluso hasta llegar el momento en el que otro juego más basado en la misma premisa se nos hace bola y casi preferimos algo con sus cubitos de madera y sus puntos de victoria.
Qué listos son los japoneses. En lugar de venderte el pescado por piezas o en filetes, te lo cortan en cachitos pequeños carísimos y así les dura mucho más. ¡Y sin necesidad de ponerse a cocinar ni nada, que se te queda luego la plancha hecha un asco! Nos llevan siglos de ventaja. Por contra, los frikis de los juegos de mesa no es que no seamos tan listos, es que muchas veces somos directamente idiotas.
¿Soñabas de niño con transportar mercancías y pasajeros en barco a través de las esclusas del canal de Panamá? Yo tampoco, pero es lo que hay. Éste ha sido un juego muy esperado: conmemorando los cien años de la apertura del canal de Panamá, se decidió crear un juego que reflejara lo más fielmente posible la emoción, aventura y suspense que sienten los más aguerridos capitanes de barco.
Lo mejor de ser adulto es que puedes decidir qué es lo que significa ser adulto, y si te da la gana decir que es usar monos-catapulta para intentar colar cocos de goma en cestas amarillas y rojas, ¿quién es nadie para llevarte la contraria? Antes que "Candy Crush", que el "Buscaminas", antes incluso que la "Serpiente", teníamos el juego, de los monos y los plátanos.
El tema del juego (que está pegado) es el mercadeo de piedras preciosas. Nos convertimos en mercaderes del Renacimiento que utilizan su riqueza para adquirir minas, métodos de transporte y artesanos que permitirán transformar bastas piedras en magníficas piezas de joyería. El principal componente del juego son las cartas.
No voy a engañar a nadie: Richard Garfield es probablemente mi diseñador favorito, y "King of Tokyo" uno de los juegos con los que mejor me lo he pasado, así que era imposible que no me comprara este título aunque sólo fuera por puro coleccionismo. Pero no hablemos de mí, sino de vosotros, lectores con criterio (no hay nada más que ver qué tipo de blogs leéis para saber que os gusta la calidad).
Es un party game atípico con un alto factor de azar, una temática muy simpática y una mecánica divertida como ella sola. Lo primero que tendrás que hacer será construir tu vehículo espacial. Dependiendo de la ronda en la que estés, los ingenieros te proporcionarán la estructura de tu nave.
Cada vez que sale un juego de zombis o sobre los mitos de Cthulhu la gente se lleva las manos a la cabeza y se pregunta cómo pueden ser los diseñadores tan poco originales y repetir siempre los mismos temas una y otra vez. Sin embargo, eso de que cada tres o cuatro días alguien saque un juego nuevo sobre civilizaciones ya es que ni sorprende.
En este juego el amigo Vlaada vuelve a demostrar su talento para innovar cogiendo una mecánica tan simple y vulgar como la creación de patrones con fichas (lo que viene siendo el tres en raya de toda la vida, vamos) para desarrollar un sistema de juego singular y sugestivo y que funciona a la perfección. Me sigue pareciendo muy entretenido e interesante.
Hoy reseñamos una de las muchas "versiones" del popular juego base; en este caso una reedición del primero de cartas para dos jugadores, que supone nuestro primer acercamiento a esta serie de juegos. Somos dos príncipes de la isla que compiten por tener el principado más poderoso. En su turno, cada jugador debe tirar los dados (el de producción, que determinará el recurso producido y el de eventos) que afectan a los dos jugadores.
Ya está aquí el hombre mágico que viene de tierras del norte repartiendo ilusión con su... ¿pelo verde? Sí, niñas y niños, ya tenemos en las estanterías de nuestra tienda amiga el nuevo juego de Friedemann Friesse, el autor de "Alta Tensión" y de... bueno, más cosas habrá hecho, todas verdes ellas, eso sí, que la imagen de marca es lo primero.