Cada jugador tendrá cincuenta puntos de autoridad (vidas), el juego se prepara revolviendo el deck principal y cada jugador tendrá un deck inicial con diez cartas cada uno. Una vez elegido el primer jugador, este deberá robar tres cartas y el segundo jugador robará cinco cartas, después ambos jugadores, al final de su turno deberán robar cinco cartas de su deck.
Un hombre entra en un bar y pide un vaso de agua. El camarero saca una pistola de debajo de la barra y le apunta con ella. El hombre da las gracias y se va. ¿Qué ha pasado? Éste es un ejemplo de una de las historias que te puedes encontrar en "Black Stories" (tranquilo todo el mundo, que no voy a destripar la solución). Lo que tenemos es, como podrás imaginar, ni más ni menos que una versión comercial del juego de detectives clásico.
Este juego está basado en el universo literario creado por el escrito Polaco Andrzej Sapkowski y cuyo protagonista es el Brujo Geralt de Rivia. El caso es que este juego me llamó la atención no porque fuese fan de la saga sino por el subtítulo: ¡El juego de aventuras! y la temática fantástica, pero nada más lejos de la realidad...
Siete maravillas del mundo, siete civilizaciones y hasta siete jugadores que podrán gobernarlas, explotar sus recursos, construir maravillas y alzar su poder militar para salir victoriosos. En este juego de lo que se trata es de desarrollar la civilización que te haya tocado gobernar de la forma más provechosa posible. Para ello y a través de tres rondas correspondientes a tres eras históricas, los jugadores jugarán sus cartas de forma simultánea.
El mundillo de los juegos modernos es cada vez más amplio, y hoy en día no es difícil encontrarnos con que gente que no esperaríamos ya conoce los clásicos "Catan", "¡Aventureros al tren!" o "Carcassonne". Pero claro, seguimos siendo los expertos y queremos sorprender a nuestros primos cuando vienen a comer a casa, y tampoco vamos a plantarles un "Battlestar Galactica" que dure toda la tarde y en el que tengamos que pasarnos media hora explicando reglas.
Lo he dicho ya varias veces y lo seguiré diciendo: un juego para niños no es algo fácil de diseñar. Tienes que tener en cuenta a qué edad lo estás enfocando, cuáles son las competencias e intereses de esos niños y qué problemas te puedes encontrar. Ya comenté con "Dino Race" cómo muchas veces se cae en la trampa de simplemente hacer un juego simplón.
En un principio Robinson es un tipo bastante patoso y poco hábil, cualquier tarea por muy sencilla que parezca puede acabar en tragedia, además a medida que pasa el tiempo nuestro protagonista va envejeciendo, por lo que sus capacidades también se verán menguadas. Nuestro día a día pasará de aventurilla en aventurilla.
Según la edición estaremos escalando o circulando por una carretera..., pero lo cierto es que se trata de saber cuándo parar de tirar dados y avanzar lo máximo posible en diferentes columnas. En su turno, cada jugador debe tirar cuatro dados y hacer dos parejas con ellos, sumando sus resultados. Éstos determinarán en qué columnas subir (del dos al doce).
Si hay algo que le gusta a Reiner Knizia más que diseñar juegos, es ganar dinero haciéndolo. De un tiempo a esta parte le ha dado por las aplicaciones para móviles y no le va nada mal, pero hace diez años la cosa no estaba tan clara, y pensando pensando se dio cuenta de que un juego que llevaba una buena temporada petándolo era "Magic: El Encuentro".
La isla de Tobago encierra muchos misterios y tesoros que los jugadores están a punto de descubrir. Poned la banda sonora, dadle al play y... ¡que comience la aventura! En este juego, de lo que se trata es de ir con tu ranger a buscar tesoros, encontrarlos y hacerte con el botín más grande al final de la partida. Para conseguir esto, tendremos que pasar por una serie de fases.
Es un juego muy sencillo y sin ninguna complejidad, pero lo enfrenté pensando que sería una chorrada simplona y sin sustancia y resulta que al final el jueguecito, dentro de su sencillez, te obliga a darle al coco y todo. Por supuesto no es que te salga humo de la cabeza, pero yo le encuentro muchas virtudes. Y todo ello con un puñado de cartas, unas cuantas fichas de plástico y unas reglas muy sencillas.
En esto de los juegos, hay diseñadores y diseñadores. Tenemos a los que son expertos en hacer juegos increíblemente temáticos con mil cartas y fichas; a los que te sacan el mismo juego sobre plantar trigo y criar ovejas una y otra vez; a los que te sacan cuatro cartas con números, colores y puntuaciones raras y a correr; y luego está Vlaada Chvátil.
Cada cual tiene sus debilidades, ¿vale? Y yo veo un juego en lata pequeñita que va de trenes y ya me pongo contento. Porque hay ciertas convenciones en este mundillo y, al igual que cuando ves una portada con zombis asumes que vas a tirar dados y va a haber mucha interacción entre jugadores, los trenes te dicen que algo de logística y gestión va a haber ahí y, a pesar de lo que digan las malas lenguas, los juegos de logística con suficiente miga me chiflan.
A grandes rasgos, el juego se desarrolla a lo largo de cuatro turnos (uno por cada estación) para que al final del año, lleguen los bonachones héroes a destruir los calabozos; en cada turno los jugadores enviaran a sus mayordomos, al pueblo a robar comida, reclutar minions, comprar trampas, comprar cuartos y contratar monstruos en la taberna.
Éste es un juego familiar de programación ambientado en el lejano oeste en el que tendremos que disparar y robar el botín más alto para hacernos con la partida. El juego se desarrolla dentro de un tren de mercancías, que por otra parte, quizá sea lo mejor y más original del juego... veamos por qué. Va de hacer el bruto, el bestia.
Cuando tu primer juego gana el Spiel des Jahres se empieza a desarrollar un cúmulo de expectativas, predisposiciones y desconfianzas que se reducen en una expresión: estás jodido. Ya puedes ponerte a diseñar el juego que quieras, que la reacción va a ser siempre la misma: no es tan bueno como el primero. Y, efectivamente.
Los jugadores irán construyendo una civilización intergaláctica, jugando cartas que representarán los planetas y desarrollos que conformarán su imperio y proporcionarán los valiosos puntos de victoria necesarios para ganar la partida. Como indica el nombre en su versión inglesa, es una carrera vertiginosa por ser el jugador que más puntos obtiene.
¿Cuántos tebeos, cómics, mangas, novelas gráficas habéis leído últimamente? ¿No os parecen todos un poco iguales, especialmente los de las grandes editoriales? ¿No has soñado nunca con crear tus propias historias? Bueno, pues si no, te aguantas, que hoy toca hablar de..., de como quieras llamar a eso que es como dibujos animados en papel.
En Gamelyn Games han visto su hueco: después del bombazo que fue "Pequeños Grandes Reinos", decidieron que esto de presentar juegos de escala épica en cajita pequeña no se les daba nada mal y podían seguir exprimiendo el concepto. Lo que nos ofrecen ahora es un cooperativo ambientado en el mismo mundo que el juego anterior.
Al principio de la partida se reparten tres cartas a cada jugador y se disponen ocho cartas en el centro de la mesa que harán la función de bosque. Solamente las dos que se encuentren a nuestros pies podrán ser recolectadas, pero de todas formas si disponemos de bastones, éstos nos permitirán adentrarnos más en el bosque y podremos coger alguna de las que ahí se encuentran.
Versalles, corte de Luis XIV. Alrededor del Rey Sol se sitúan los distintos personajes de la corte representados por losetas, colocados según el grado de proximidad al monarca y formando una cuadrícula. Estos personajes nos pueden conceder favores (valiosos objetos, dinero o puntos de prestigio) si somos capaces de ejercer suficiente influencia sobre ellos.
En cada uno de los siete mundos que incluye el juego, iremos avanzando a través de los seis niveles que tiene cada uno, para obtener la mayor cantidad de puntos posibles y así convertirnos en ganador. Normalmente una partida consiste en jugar un mundo, pero se pueden jugar los mundos seguidos que se quiera o incluso jugar niveles al azar.
El rey loco Luis II fue un rebelde de su época. Era un soñador y su única obsesión era crear un mundo de castillos donde vivir su vida, alejado de las intrigas de palacio. Y así lo hizo. Su sueño le costo la ruina y el exilio a uno de sus castillos, pero gracias a su "locura" el rey Ludwig nos dejó algunos de los castillos más impresionantes del mundo.
Los componentes son buenos, y escasos; el juego únicamente se compone de ciento diez cartas (de diversos tipos obviamente) y cincuenta cubitos para usarse como contadores de vida, y que son de plástico. Más de un eurogamer se habrá echado las manos a la cabeza al no ser de madera. Yo en general prefiero la madera, pero en mi opinión no desentonan en absoluto.