Muchos juegos llevaba ya comentados sin reseñar al abuelito de los juegos de mesa modernos. No es por nada que, cada vez que planto un "Alta Tensión" o un "Battlestar Galactica: El juego de tablero" sobre una mesa y comienzo a explicarlo, siempre hay alguien que pregunta: "¿Esto es como el "Monopoly"?". Pero, ¿qué es, en realidad, este juego?
¿Quién no ha visto alguna vez "Heidi" y no ha pensado en lo feliz que sería la vida sencilla, respirando aire puro, rodeado de animalitos y disfrutando de la naturaleza? Luego, claro, piensa uno en dónde iba a enchufar el móvil para cargarlo y se le pasa; porque, ¿de qué sirve ser feliz si no lo puedes tuitear? Sin embargo, esa idea queda ahí, rondando.
A la gente le gusta sentirse parte de una minoría. Llámalo postureo, esnobismo o complejo de copo de nieve especial y único; pero todos, en mayor o menor medida, tenemos ese puntito de orgullo cuando hacemos o nos gusta algo que la mayoría de la gente no conoce y, cuando ese "algo" se convierte en un fenómeno de masas, siempre está el que dice "molaba más antes".
Los cylons fueron creados por el hombre. Evolucionaron. Se rebelaron. Existen muchas copias. Y tienen un plan. Ese plan es, básicamente, eliminar a esa humanidad tan fea que suda y dice tacos y que, por algún motivo, en el futuro ha decidido recortar las esquinas de los folios, quizá como solución universal a los cortes con hojas de papel que diezmaron a la población mundial.
Cuando puse a este juego en el primer puesto en mi "top" de juegos de todos los tiempos, hubo gente que se extrañó y me preguntó por qué había escogido un juego, en principio, tan sencillo por delante de otros que tal vez tengan mayor profundidad estratégica o puedan considerarse más "completos". Pero es que el hecho de que un juego sea más complejo o presente un mayor desafío intelectual no lo hace necesariamente mejor.